5-6, Guerras en Cataluña contra romanos, y Sertorio:

Capítulo 6.

Guerras en Cataluña contra romanos, y Sertorio: y a favor de Sertorio hasta su retirada a África: nota de Spurio Pompeyano, de la piedra de su sepulcro: y templo de Esculapio.

Volvieron a la guerra los pueblos de esta provincia, y de las otras de España, y trataron en Roma del remedio, volviendo a enviar su cónsul Tito Didicio asistido por Legado de Quinto Metelo; y de Quinto Sertorio por Tribuno. Peleó el cónsul con los celtíberos, y Sertorio con esta provincia, donde estaba alojado en los términos, y lugar nombrado Catalon, con tal descuido como si se hallara en medio de la paz, y con tales atrevimientos militares, que obligaron al pueblo a ver si podía aliviarse de sus huéspedes; pero no juzgándose poderosos los del pueblo, llamaron a los lugares vecinos, llamados Girisenos con su ciudad, que acudieron prontos en daño de los romanos. Juntos estos pueblos, dieron en los descuidados romanos, mataron a los que pudieron alcanzar; pero algunos con Sertorio (que fue venturoso en asegurarse a tiempo con la retirada,) escaparon huyendo del rigor de los paisanos: los cuales poco cuerdos, después de la victoria, se pusieron a descansar, y dormir a sueño suelto, lo que fue su ruina. 

Sertorio, que se halló con pocos de los suyos, cuidó recoger los que huían, y juntados buena parte, a la noche llegó a la ciudad, que se hallaba bien descuidada, como si hubiese acabado con todo el poder romano, la halló cadáver en el sepulcro del sueño, y pudo entrar con facilidad; y ocupadas las plazas, y calles de la ciudad, acometió a los dormidos ciudadanos, que despertaron, para escarmiento de ignorantes, y descuidados: pasó Sertorio a filo de espada a los que halló a propósito para la guerra; y prosiguiendo la victoria, encaminó su pequeño ejército hacia los Girisenos, los cuales viéndole venir, y juzgando ser los suyos vencedores, salieron a recibirles desprevenidos, y hallaron la muerte en su inadvertencia, y en la vigilante diligencia de sus enemigos. (1)

Estas ciudades, y pueblos fueron en Cataluña, y no falta quien diga haber dado nombre a toda la provincia, lo veremos a su tiempo con el favor divino; pero qué ciudades fueron, varían las historias: convengo con Pujades, por las pruebas, y antiguas memorias, ser Castellón de Ampurias, por fundarse los otros autores, sólo en aparentes argumentos.

Se hallan en Castellón dos piedras, una como ara, hallada entre las ruinas del convento de San Francisco, y otra piedra de sepulcro, fuera la villa en un margen, de las cuales consta haberse llamado Castellón en lo antiguo, Castulon. (Castrum : Castulon : Castellón, Castejón, castillo; Cataluña es Castilla, catalán es castellano.)

GEN

CASTVL PRO SALV

P. C. LAELI. (L. F.

GEM V. L. S.)


D. M. S.

L. TVSCVS. CAST. GN.

F. OPT. AN. XXX. H.

S IVLIA. FELIS

SOROR. F. C. S. T. T.

Y se descubrieron en el término, ruinas de soberbios edificios romanos; de lo que se infiere también, ser Castellón fundación, y obra romana, y no fundada de la ruina de Ampurias; y de Catalon a Castulon, no hay más que una letra de diferencia, que pudo con el tiempo mudarse, como se ha mudado de Castulon en Castellón, y esto parece lo más verosímil.

(2: Tarafa desc. pop. Hisp. Pujades Cor. de Cat. lib. 3. cap. 57.)

Se añade a lo escrito, que los Gerisenos se hallan a una legua de Castellón, en el lugar antiguamente llamado la Gerissena, hoy Garriguella; y que fuese, o no ciudad, embaraza poco, pues como dice Aulo Gelio lib. 38. cap. 7. a todo lugar llamaban ciudad los romanos.

Dio tanto crédito a Sertorio en Roma, y en Cataluña, el arte con que había conseguido esta victoria, que abrió camino para las empresas que veremos en este mismo capítulo.

Acabó su gobierno Tito Didio, y el año 93 antes de Cristo, vino Publio Licino Crasso, y al 92 Fluvio Flaco, de los cuales no se halla memoria por sus hechos, en las historias.

Logró la quietud España, por la inquietud, y estragos de la romana república dividida en civiles guerras para su ruina: poco podían cuidar de las otras provincias, habiendo tanto que remediar en la propria. Fue muy ponderable lo que padeció Roma en las civiles guerras de Mario, y Sila: nombró la república pretor de España a Sertorio bien visto en ella por sus relevantes prendas; pero salió de Roma pretor, y vino fugitivo a ampararse en esta provincia (siempre consuelo, y defensa de héroes perseguidos) porque había ocupado a Roma su enemigo Sila.

Llegó año 79 antes de Cristo, con el nombre de pretor, el que antes fue fugitivo, con los amigos, mundo, que seguían su fortuna: Por el mal tiempo dieron sus galeras en las costas de Francia, allí con algunos dineros que dio a los franceses, abrió camino para entrar en Cataluña, donde fue bien recibido, y asistido de los amigos, que había sabido ganar en su pasado gobierno: tomando los pasos del collado del Portell, alojó a los paisanos, que le seguían, en Portús, Bellaguarda, y la Junquera. 

Sila su enemigo envió por Francia a Cayo Annio, el cual llegando a vista de nuestro ejército, y no pudiendo pasar por el estorbo de los que se hallaban bien defendidos en sus puestos, alojó su ejército dentro Rosellón, en el lugar del Boló. Viendo Annio tan cerrado el paso, pensó con arte engañar a su enemigo, le envió embajada para tratar de paz; y llegando el poco advertido Salinator, (al cual había encargado la guardia Sertorio) a parlamentar con Annio, le mataron a traición infamemente, logrando el paso con tan vil arte; porque los pueblos, muerto su capitán, se volvieron a sus casas.

Entró Annio por Cataluña, con fuerte oposición, que superó vencedor en daño grande de la provincia. (3)

Asentado Annio en Ampurdán, Cornelio Cinna que le seguía, fundó un pueblo de su nombre, que algunos pretenden ser Figueras, y esto no es posible por estar ya fundada año 225 antes de Cristo, según la relación, y pruebas de Pujades; principalmente por la piedra que se halla en el cementerio de la iglesia de san Pedro de aquella villa, dedicada a Marco Lavinio siendo cónsul, que lo fue dos veces, y la última año 225 antes de Cristo, que van 146 años, hasta la edificación de Cinna: la inscripción de la piedra es como se se sigue. 

D. M.

M. VAL. LAVINO. BF. 

COS. M. VAL. GEMI-

NVS. FRATRI OPTI- 

MO. 

Es Figueras villa ilustre del Principado, favorecida de los Señores Reyes, y siempre plaza de armas para la entrada de Rosellón, muy fina, y constante en el Real Servicio, y defensa de la Patria: apreciada, e ilustrada con defensas, y privilegios de los Señores Reyes de Aragón, y antiguamente obispado, dando al cielo mártires año 286 como veremos: no siendo Figueras la fundación de Cinna, parece ser Cistella por hallarse cerca de Figueras, y a tres leguas de la Junquera, que es el cómputo que le dan las historias romanas. (5)

Sertorio estaba por este tiempo en la Metrópoli de Tarragona: advertido de la desgracia de sus amigos, juzgándose sin poder para mantener su partido, pasó a la África donde le dejaremos hasta su vuelta a esta provincia. Annio fue venerado español mecenas, como consta de la piedra, y estatua, que le consagró en Tarragona esta provincia con la inscripción siguiente. 


C. ANNIO. L. F. QVIR.

FLAVO. JVLIOBRI-

GENSI. EX GENTE. 

CANTABRORVM.

PROVIN. HISP. CITE-

RIOR. OB. CAVSAS.

VTILITATES. QVÆ.

PVBLICAS. FIDELI-

TER. ET. CONSTAN-

TER DEFENSSAS.

5-4, Guerras en Cataluña de romanos: gobierno de ellos hasta el año 169 antes de Cristo:

Capítulo 4.

Guerras en Cataluña de romanos: gobierno de ellos hasta el año 169 antes de Cristo: privilegios concedidos por los romanos: se trata de la fundación de Calaf. 

Se volvió a Roma Catón año 192 antes del Nacimiento del Hijo de Dios, y vino al gobierno de la citerior España Sexto Vigicio, o como quiere Orosio, Publio Digicio, que en breve descompuso lo que había dispuesto Catón, imponiendo sobrecargas a nuestros mal sufridos pueblos, que intentaron arrojarlas los de la ribera de Ebro saliendo a oponerse a la tiranía romana; y con tal acierto que en varios encuentros derrotaron a sus enemigos, y en varios lances con infame fuga fueron deshechos. Refiere Livio, que fueron tantos los encuentros, y multitud de batallas, que sólo el número, pero no los hechos, merecen historia: evidente prueba del mal estado de los romanos, y valor militar de nuestros españoles celtas.

Quisieron mejorar de fortuna los romanos, y apartado Digicio, vino procónsul Gayo Flaminio (o Cayo) a nuestra Tarraconense provincia, en la cual se halló tal, que con sólo el nombre Español temblaba, excusando con descrédito los lances de la guerra en todo su tiempo. (N. E. Quizás fue un buen político, y el ploramiques autor de este libro no lo podía aceptar.)

Vino valiente para enmendarlo Plaucio Hipscio, y lo dejó como lo había hallado: no mejoraron los romanos en el sucesor Lucio Manlio Accidino, ni en Cayo Calphurnio (Calpurnio) Pisón, del cual sólo se halla notable de su tiempo, la fundación de Calaf, y esta se infiere por sola la semejanza del nombre, ni en los que vinieron hasta el año 182 antes de Cristo Nuestro Señor, porque corrieron la misma fortuna; quedando los españoles aliviados de la carga del proceder romano, y los históricos de aquel tiempo conformes en ocultar las españolas glorias. (1)

Buscaron el remedio, que no no hallaron en los antecedentes generales, los prudentes romanos, en el valor de Aulo Terencio Varrón, que desempeñó en la victoria de Corbión el crédito de su Patria. Corbión ciudad de nombre en los Susetanos, o en los Ausetanos (según otro sentir) fue el abrigo de nuestros pueblos confederados contra Roma. Emprendió la conquista Varrón, dirigió su ejército al asedio, se opusieron nuestros pueblos en campaña, pelearon constantes dando que merecer al enemigo, que después de grandes batallas, retirados los paisanos al circuito de la ciudad, formó sus fuertes, dispuso sus ataques, dio sus avances; y no obstante la constante, y valerosa defensa, entró en la ciudad con fuerte brazo, y militar furor, condenando a los que halló vivos, a la pena de esclavos: fue rendida del continuo trabajo, más que del valor romano, que con tal victoria apagó el incendio que amenazaba a Roma.

Esta ciudad de Corbión en los Susetanos, parece ajustarse con el nombre a Corbera, y si la quieren en los Ausetanos, por lo más verosímil es Gurb, que se podía llamar Gurbión: no me detengo en esto, me remito a Pujades, allá se hallarán los motivos, y razones, que también pondera Corbera.

Del valor, y nombre de Varrón se hallan memorias en Cataluña, como dos piedras en Tarragona, una en la catedral delante (de) la puerta del claustro, y otra se hallaba en una fuente: otra en Barcelona a mano izquierda al subir por la escalera de la casa del arcediano mayor: las inscripciones las refiere Pujades, sólo refiero el crédito de lo antiguo, por asegurarle en las referidas batallas. (2) 

Se siguen las inscripciones.

De Tarragona.

L. CORNELIO C. F. 

GAL. CELSO. II. VIRO. 

PRÆFECTO. ORE. MA-

RITVMAE. COHORTIS. 

I. ET II. POMPEAE 

DONACE VX. OR. Q. 

LICINIO. SILVANO. 

GRANIANO. FLAM. 

AVG. PROVINC. HIS-

PANIAE. CITER. PRÆ-

FECTO. ORE. MARI-

TVMAE. LATETANAE.

PROCVRATORI. AV-

GVSTI. C. TERENTIVS 

PHILETVS. DOMO 

ROMA. 


De Barcelona.

D. M.

HAVE VOLVSIA PA-

TERNA. CONIVX

SANTISSIMA. TEREN-

TIVS PRIMVS MARITVS.


Otra de Tarragona.


C. CAMILLO PATER-

NO. AEMILIVS VALE-

RIANVS. AMICO. OP-

TIMO. ET FIDELIS-

SIMO.


Cumplió felizmente con su gobierno Varrón: entró a ocupar su lugar 

Quinto Fluvio Flaco año antes de Cristo 180, el cual solícito en igualar, o adelantarse a su antecesor, emprendió la conquista de Urbicua, que según la corriente es Arbeca a dos leguas de Bellpuig; sin que valga lo que dice Livio escribiendo hallarse en la Celtiberia, por la razón que se da, que la Celtiberia se dilataba hasta aquel lugar de Cataluña, lo que es contra toda historia; porque sabemos que aquel terreno fue de los Ilergetes, y podía dársele color si Arbeca se hallase más allá de Lérida a la parte de Aragón; pero hallándose a esta parte de Cataluña no pudo comprenderse en la Celtiberia que comenzaba cerca de Aragón: la razón que motiva el error de Livio es, que como se hallaba cerca de la Celtiberia, y vinieron en su socorro los Celtíberos, le pareció ser de sus límites Arbeca; si no es que tome a toda Cataluña por la Celtiberia, como lo es desde la población de los celtas, e íberos, de los cuales se llamó Celtiberia por su principio en esta provincia.

Marchó pues, a Arbeca el pretor (que ya Roma volvía por estos tiempos a enviar pretores), para dominar a los ilergetes pueblos, y puso el asedio a Arbeca con fortaleza, y arte, con que logró continuar su estada en sus fuertes, y ataques, y sacar gente para oponerse al socorro de los vecinos pueblos, y de los Celtíberos apartados, con los cuales tuvo varios choques, y peleas con grave pérdida de los romanos, que constantes, y fuertes prosiguieron su empeño; aunque minorado su ejército.

Advertidos los Celtíberos de las defensas romanas, que no pudieron romper, desesperados de introducir el sococro (socorro) se retiraron a sus casas, sin lograr el fin que apetecían.

Apartado el socorro, fue rendida, y demolida la ciudad a viva fuerza, variando los lances de la guerra, antes por tantos años favorables, ya contrarios a nuestra tierra.

Dio fin a su gobierno Flaco: vino Sempronio Graco, con Spurio Ligustino, que dio nombre a Llagostera en la Selva de Gerona, sin que se halle haber obrado en esta provincia; si bien tuvo crudas guerras en la ulterior España, y contra los Celtíberos de esta citerior. (3)

Volvió Graco a Roma: eligieron a Publio Licinio Crasso año 174 antes de Cristo; y 173 vino nuevo pretor Apio Claudio Centhon, año 172. Servilio Scipio, o Cepio, y año 171 Gneo Fabio Buteo que murió en el camino, quedando en esta tierra Publio Furio, que era electo para la ulterior, y de estos no se halla cosa digna de acuerdo.

Llegó el año 170 antes de Cristo, y vino Marco Junyo, y después Lucio Gannio que gobernó entrambas Españas, juzgándose asegurados en la posesión, engañados de la aparente quietud.

Se quejaron en el año 169 antes de Cristo las ciudades de España, de las injurias, y mal trato de los pretores, y enviaron a Roma sus agentes contra los que habían gobernado. Aunque conocieron los romanos la suma justicia de nuestros españoles deducida, y probada, no obstante salió uno libre por gracia, otro se apartó de Roma por su gusto, y de otro quedó sin decisión la causa. Daño grande del Príncipe, que no se castiguen los culpados, y más aquellos de quien fía su crédito, su reino, y la quietud de los vasallos, dando con esto fomento a mayores delitos, y a universal desconsuelo, que se termina en desesperación de los afligidos. No ignoran los príncipes, que Dios les ha elegido padres de sus vasallos, y que el buen padre castiga los defectos del hijo para enmendarle. Aunque los romanos no castigaron los culpados, favorecieron (a) los perseguidos dándoles consuelo, que fue a propósito para el alivio de los pueblos; pero no acomodado al beneficio público, que es la suprema ley, y de esta el castigo de la culpa, y premio de la virtud, polos que sustentan la primorosa fábrica de la república.

Concedieron los romanos a los españoles quejosos, que no se les impusiese tasa en los granos, que recogiesen los tributos sin ministros romanos privándoles del cargo de exactores, y concediéndole libre a los paisanos, y que los legítimos, o espurios hijos entrasen a la parte de los despojos enemigos, como los legítimos que servían a la república romana, y esta fue la primera libertad concedida a España por los romanos. Consta de una piedra que se halla en un huerto de Tarragona, cuya inscripción es como se sigue.

D. M.

FELICI. AVG. LIB.

ACOMMENT. XX.

HAER. H. C. HILA-

RIVS. COLLIB. TA-

BVL. XX. HAER: PROV.

LVSITANIAE. (N. E. Lusitania: Portugal)

Y lo explica la ley fin. Cod. de Edicto D. Adriani Tollendo: se infiere continuó con quietud su gobierno Ganuleyo, o Gannio, y dio nombre a Granollès (Granollers) famosa villa, y Emporio del Vallès. (4)

5-5, De los cónsules, pretores, procónsules, y legados que vinieron a Cataluña hasta el año 100 antes de Cristo,

Capítulo 5.

De los cónsules, pretores, procónsules, y legados que vinieron a Cataluña hasta el año 100 antes de Cristo, y de los sucesos, y victorias de catalanes contra los Cimbrios.

Ya vuelven los romanos cronistas a su silencio, indicio de las victorias españolas con daño, y descrédito de su república; pero aunque lo callen, no falta nuestro tarragonés Pablo Orosio en la relación, pues dice lib. 5. c. 1. que en todo el tiempo que discurrió hasta el año 134 antes de Cristo, que fueron 35 años, recibieron los romanos, no sólo en esta provincia, sino también en las demás de España tan notables daños, y derrotas tan grandes, que no se hallaba en Roma quien se atreviese a venir para gobernar, ni militar; y los romanos que se hallaban en este país, y los que obligados venían, estaban tan aturdidos, que sólo del nombre español temblaban: fuerte milicia para un desempeño. 

No cumplieron los romanos lo prometido en los Privilegios, que ni mantenían, ni guardaban, prosiguiendo en disgustar los pueblos, los cuales mal sufridos volvieron a la guerra que refiere Orosio. 

Vino Marco Claudio Marcelo, y luego Publio Fonteyo Balbo, que gobernaron entrambas Españas; y como las guerras se proseguían con pérdida de los romanos, y siempre con mayor vigor prendía el fuego de la venganza, año 165 antes de Cristo volvieron los romanos a dividir España en citerior, y ulterior, enviando a cada una su General, y Presidente. 

Cupo la suerte a Gneo Fulvio de esta provincia, que con quietud la gobernó hasta el año 154 antes de Cristo, y en los dos siguientes años vino a España Manlio que no gover- (gobernó) en Cataluña, ni en toda la citerior, en la cual debían recibir mucho daño las cosas de los romanos, particularmente en nuestra Cataluña, supuesto que desde el año 151 antes de Cristo, enviaron los romanos su cónsul Fulvio Nobilior para mundo presidir en la Tarraconense España, a quien ni la autoridad del puesto le excusó de dura guerra, y mayor contra los celtíberos.

Marco Claudio Marcelo, que había presidido en las dos Españas, volvió sólo para la citerior que se hallaba fuerte contra los romanos, imposibilitados de dominarla, pues cuanto más guerreaban, y mayores fuerzas ponían, más sensible era el daño; y aunque algunas ocasiones fuesen vencidos nuestros paisanos, con mayor aliento volvían a la guerra Anteones fuertes.

Solícito el romano senado de dominar esta provincia con toda la citerior España, la volvió a nombrar consular enviando a ella su cónsul Lucio Licinio Luculo año 149 antes de Cristo, contentándose del pretor Sergio Galba para la ulterior. De esta se refieren los sucesores de Galba, y sus victorias; y de los hechos, y generales de esta provincia no se habla, ni hay autor que diga del cónsul Luculo los sucesores, ni que viniese romano alguno hasta el año 141 antes de Cristo. Para descuido es sobrado, siendo la principal provincia, y la consular, y que daba más que merecer a Roma; lo cierto es, o a lo menos lo más verosímil, que imposibilitados los romanos de dominarla, y no hallándose con bastantes fuerzas por las guerras de Asia, y civiles disgustos de Roma, le dieron treguas para el descanso, y para probar otra ocasión su fortuna; si no es que digamos que fueron tan sensibles los daños, que por su crédito les pareció ocultarlos.

Volvió Roma a alentarse, y al tesón de dominar la España citerior: el cónsul Cecilio Metelo tuvo fuertes peleas con los celtíberos de esta provincia: lo dejo por no haber sucedido en Cataluña. Acabó su consulado Metelo, y quedó en esta provincia por pretor, hasta que el año 139 antes de Cristo vino Quinto Pompeyo cónsul romano; y aunque no escriban las historias romanas, la causa de volver a enviar cónsul a esta provincia, se puede juzgar es la que hemos ponderado. 

No apartaron los romanos de la España citerior a Quinto Pompeyo, habiendo concluido con su consulado, pues mandaron se detuviese con título de procónsul. (1) 

El año 137 antes de Cristo, otra vezvolvieron en Marco Popilio Lenato, a enviar su cónsul; que fue derrotado, y vencido por los Numantinos, y no se habla más en las historias: año 135 antes de Cristo sucedió a Lenato, Gayo Hostilio Mancio, y a este el siguiente año el cónsul Publio Furio Philo, quedando otro año en la provincia; no obstante hay quien diga que vino Calphurnio cónsul, y todo importaba por las guerras grandes, y unión de los pueblos de una, y otra España contra los romanos; pero no hallamos cosa particular de los pueblos que hoy componen Cataluña. (2) Quietáronse los pueblos con el arte, y destreza romana, yvolvieron a la apetecida paz los españoles todos; con que los romanos asegurados, el año 130 antes de Cristovolvieron a gobernar todas las Españas por diez Legados, hombres atentos, y prudentes, que conservaron la paz, y unión de Roma con España. (3)

Continuó la felicidad de la paz, y gobierno acomodado a la naturaleza española, por el celo, y cuidado de los Legados, pero vino a mudarse con el tiempo. Llegaron a inquietarse los españoles, ya quejosos, y disgustados año 118 antes de Cristo, hasta que les consolaron, y favorecieron discretos, y corteses Pisón, y después Galba, sin más armas que el agasajo: con esto volvieron las provincias al gobierno de los diez Legados, o a la forma antecedente de gobierno. (4)

El año 107 antes de Cristo, salieron los Cimbrios Alemanes de su Patria, no cabiendo en ella, e inundaron la Francia, Aragón, Navarra, y otras provincias con atrocidades, y daños notables. Llegaron a Cataluña prosiguiendo el estrago en los Ilergetes, que valientes se les opusieron juntando los vecinos pueblos, y algunos Aragoneses Celtíberos, y con

formado ejército embistieron al enemigo, que roto, y deshecho se retiró vencido, pero no escarmentado, pues continuó su designio, pero siempre con fortuna contraria; obligándoles nuestros Ilergetes a dejar el Paiz con infame huida, pasando por Francia a Italia, escarmentados, y consumidos sin querer más lances con el valor de esta provincia, que tanto les había costado. Duró esta guerra cerca de dos años, y en ellos sin duda fueron de notar las hazañas; y tienen culpa los romanos, pues ya eran amigos de esta provincia, en referirlas tan brevemente, logrando los frutos de los sudores ajenos; pero eran tan apasionados por la gloria, que no les parecía bien en otros (poca nobleza dominada de envidia.) Entraron los Cimbrios en Cataluña año 101, y salieron a los últimos del año 100 antes de Cristo. (5)

Del año 99 hasta 97 antes de Cristo, vinieron a España Junio Silano, y Lucio Cornelio Dolabela; pero no hallo de estos cosa notable, con que es preciso concluir el capítulo.

5-2, Guerras en Cataluña de romanos: gobierno de ellos hasta el año 169 antes de Cristo:

Capítulo 4.

Guerras en Cataluña de romanos: gobierno de ellos hasta el año 169 antes de Cristo: privilegios concedidos por los romanos: se trata de la fundación de Calaf.

Se volvió a Roma Catón año 192 antes del Nacimiento del Hijo de Dios, y vino al gobierno de la Citerior España Sexto Vigicio, o como quiere Orosio, Publio Digicio, que en breve descompuso lo que había dispuesto Catón, imponiendo sobrecargas a nuestros mal sufridos pueblos, que intentaron arrojarlas los de la ribera de Ebro saliendo a oponerse a la tiranía romana; y con tal acierto que en varios encuentros derrotaron a sus enemigos, y en varios lances con infame fuga fueron deshechos. Refiere Livio, que fueron tantos los encuentros, y multitud de batallas, que sólo el número, pero no los hechos, merecen historia: evidente prueba del mal estado de los romanos, y valor militar de nuestros españoles celtas.

Quisieron mejorar de fortuna los romanos, y apartado Digicio, vino procónsul Gayo Flaminio (o Cayo) a nuestra Tarraconense Provincia, en la cual se halló tal, que con sólo el nombre Español temblaba con sólo el nombre Español temblaba, excusando con descrédito los lances de la guerra en todo su tiempo. (N. E. Quizás fue un buen político, y el ploramiques autor de este libro no lo podía aceptar.)

Gayo Flaminio (o Cayo)

Vino valiente para enmendarlo Plaucio Hipscio, y lo dejó como lo había hallado: no mejoraron los romanos en el sucesor Lucio Manlio Accidino, ni en Cayo Calphurnio (Calpurnio) Pisón, del cual sólo se halla notable de su tiempo, la fundación de Calaf, y esta se infiere por sola la semejanza del nombre, ni en los que vinieron hasta el año 182 antes de Cristo Nuestro Señor, porque corrieron la misma fortuna; quedando los españoles aliviados de la carga del proceder romano, y los históricos de aquel tiempo conformes en ocultar las españolas glorias. (1)

Buscaron el remedio, que no no hallaron en los antecedentes generales, los prudentes romanos, en el valor de Aulo Terencio Varrón, que desempeñó en la victoria de Corbión el crédito de su Patria. Corbión ciudad de nombre en los Susetanos, o en los Ausetanos (según otro sentir) fue el abrigo de nuestros pueblos confederados contra Roma. Emprendió la conquista Varrón, dirigió su ejército al asedio, se opusieron nuestros pueblos en campaña, pelearon constantes dando que merecer al enemigo, que después de grandes batallas, retirados los paisanos al circuito de la ciudad, formó sus fuertes, dispuso sus ataques, dio sus avances; y no obstante la constante, y valerosa defensa, entró en la ciudad con fuerte brazo, y militar furor, condenando a los que halló vivos, a la pena de esclavos: fue rendida del continuo trabajo, más que del valor romano, que con tal victoria apagó el incendio que amenazaba a Roma.

Esta ciudad de Corbión en los Susetanos, parece ajustarse con el nombre a Corbera, y si la quieren en los Ausetanos, por lo más verosímil es Gurb, que se podía llamar Gurbión: no me detengo en esto, me remito a Pujades, allá se hallarán los motivos, y razones, que también pondera Corbera.

Del valor, y nombre de Varrón se hallan memorias en Cataluña, como dos piedras en Tarragona, una en la catedral delante (de) la puerta del claustro, y otra se hallaba en una fuente: otra en Barcelona a mano izquierda al subir por la escalera de la casa del arcediano mayor: las inscripciones las refiere Pujades, sólo refiero el crédito de lo antiguo, por asegurarle en las referidas batallas. (2) 

Se siguen las inscripciones.

De Tarragona.

L. CORNELIO C. F. 

GAL. CELSO. II. VIRO. 

PRÆFECTO. ORE. MA-

RITVMAE. COHORTIS. 

I. ET II. POMPEAE 

DONACE VX. OR. Q. 

LICINIO. SILVANO. 

GRANIANO. FLAM. 

AVG. PROVINC. HIS-

PANIAE. CITER. PRÆ-

FECTO. ORE. MARI-

TVMAE. LATETANAE.

PROCVRATORI. AV-

GVSTI. C. TERENTIVS 

PHILETVS. DOMO 

ROMA. 


De Barcelona.

D. M.

HAVE VOLVSIA PA-

TERNA. CONIVX

SANTISSIMA. TEREN-

TIVS PRIMVS MARITVS.


Otra de Tarragona.


C. CAMILLO PATER-

NO. AEMILIVS VALE-

RIANVS. AMICO. OP-

TIMO. ET FIDELIS-

SIMO.


Cumplió felizmente con su gobierno Varrón: entró a ocupar su lugar 

Quinto Fluvio Flaco año antes de Cristo 180, el cual solícito en igualar, o adelantarse a su antecesor, emprendió la conquista de Urbicua, que según la corriente es Arbeca a dos leguas de Bellpuig; sin que valga lo que dice Livio escribiendo hallarse en la Celtiberia, por la razón que se da, que la Celtiberia se dilataba hasta aquel lugar de Cataluña, lo que es contra toda historia; porque sabemos que aquel terreno fue de los Ilergetes, y podía dársele color si Arbeca se hallase más allá de Lérida a la parte de Aragón; pero hallándose a esta parte de Cataluña no pudo comprenderse en la Celtiberia que comenzaba cerca de Aragón: la razón que motiva el error de Livio es, que como se hallaba cerca de la Celtiberia, y vinieron en su socorro los Celtíberos, le pareció ser de sus límites Arbeca; si no es que tome a toda Cataluña por la Celtiberia, como lo es desde la población de los celtas, e íberos, de los cuales se llamó Celtiberia por su principio en esta Provincia.

Marchó pues, a Arbeca el pretor (que ya Roma volvía por estos tiempos a enviar pretores), para dominar a los ilergetes pueblos, y puso el asedio a Arbeca con fortaleza, y arte, con que logró continuar su estada en sus fuertes, y ataques, y sacar gente para oponerse al socorro de los vecinos pueblos, y de los Celtíberos apartados, con los cuales tuvo varios choques, y peleas con grave pérdida de los romanos, que constantes, y fuertes prosiguieron su empeño; aunque minorado su ejército.

Advertidos los Celtíberos de las defensas romanas, que no pudieron romper, desesperados de introducir el sococro (socorro) se retiraron a sus casas, sin lograr el fin que apetecían.

Apartado el socorro, fue rendida, y demolida la ciudad a viva fuerza, variando los lances de la guerra, antes por tantos años favorables, ya contrarios a nuestra tierra.

Dio fin a su gobierno Flaco: vino Sempronio Graco, con Spurio Ligustino, que dio nombre a Llagostera en la Selva de Gerona, sin que se halle haber obrado en esta Provincia; si bien tuvo crudas guerras en la ulterior España, y contra los Celtíberos de esta Citerior. (3)

Volvió Graco a Roma: eligieron a Publio Licinio Crasso año 174 antes de Cristo; y 173 vino nuevo pretor Apio Claudio Centhon, año 172. Servilio Scipio, o Cepio, y año 171 Gneo Fabio Buteo que murió en el camino, quedando en esta tierra Publio Furio, que era electo para la ulterior, y de estos no se halla cosa digna de acuerdo.

Llegó el año 170 antes de Cristo, y vino Marco Junyo, y después Lucio Gannio que gobernó entrambas Españas, juzgándose asegurados en la posesión, engañados de la aparente quietud.

Se quejaron en el año 169 antes de Cristo las ciudades de España, de las injurias, y mal trato de los pretores, y enviaron a Roma sus agentes contra los que habían gobernado. Aunque conocieron los romanos la suma justicia de nuestros españoles deducida, y probada, no obstante salió uno libre por gracia, otro se apartó de Roma por su gusto, y de otro quedó sin decisión la causa. Daño grande del Príncipe, que no se castiguen los culpados, y más aquellos de quien fía su crédito, su reino, y la quietud de los vasallos, dando con esto fomento a mayores delitos, y a universal desconsuelo, que se termina en desesperación de los afligidos. No ignoran los príncipes, que Dios les ha elegido padres de sus vasallos, y que el buen padre castiga los defectos del hijo para enmendarle. Aunque los romanos no castigaron los culpados, favorecieron (a) los perseguidos dándoles consuelo, que fue a propósito para el alivio de los pueblos; pero no acomodado al beneficio público, que es la suprema ley, y de esta el castigo de la culpa, y premio de la virtud, polos que sustentan la primorosa fábrica de la república.

Concedieron los romanos a los españoles quejosos, que no se les impusiese tasa en los granos, que recogiesen los tributos sin ministros romanos privándoles del cargo de exactores, y concediéndole libre a los paisanos, y que los legítimos, o espurios hijos entrasen a la parte de los despojos enemigos, como los legítimos que servían a la república romana, y esta fue la primera libertad concedida a España por los romanos. Consta de una piedra que se halla en un huerto de Tarragona, cuya inscripción es como se sigue.

D. M.

FELICI. AVG. LIB.

ACOMMENT. XX.

HAER. H. C. HILA-

RIVS. COLLIB. TA-

BVL. XX. HAER: PROV.

LVSITANIAE. (N. E. LusitaniaPortugal)

Y lo explica la ley fin. Cod. de Edicto D. Adriani Tollendo: se infiere continuó con quietud su gobierno Ganuleyo, o Gannio, y dio nombre a Granollès (Granollers) famosa villa, y Emporio del Vallès. (4)

5-3. Guerras de Catón en Cataluña

Capítulo 3.

Guerras de Catón en Cataluña, con sus pueblos hasta que se concluyó la paz, y vuelta de Catón a Roma.

Volvió el apacible, y moderado gobierno de Escipión en Catón; y volvió Cataluña, o los pueblos que son Cataluña a la amistad, y confederación romana; que siempre esta Provincia se ha obligado del amor, y buen trato: llegó Catón a la romana, y española metrópoli, padre de los pueblos que con cariñoso afecto les atrajo a la amistad romana; y en prendas de su aprecio le entregaron los prisioneros, y le dieron resguardo para la certeza de su atento proceder en lo venidero. (1)

Pasó Catón a los Bergusios, o Bergitanos pueblos, y con sólo su presencia les volvió a la obediencia de su república, de la cual se apartaron en muy breve tiempo: entendido esto por Catón, volvió allí con su ejército, y después de reñido, y belicoso conflicto, quedó vencedor; y abusando de la victoria con los vencidos, no contento de admitirles prisioneros, les vendió esclavos, y a los pueblos mandó quitar las armas; ofendidos de esto, unos se apartaron, otros se defendieron, y otros se mataron queriendo antes perder la vida, que las armas para defenderla, ejemplo de constancia invencible. (N. E. Invencible, dice el inútil cuentista al que alaba Jordi Pujol; que no sepas admitir la derrota no te hace invencible, sino un ploramicas como los actuales catalanistas.)

Aturdido Catón, y temeroso de la osadía de estos pueblos, llamó a los primeros, y de más edad de los que estaban conformes con la romana república, y les pidió consejo del arte de gobernarles para que no se apartasen de la amistad romana: excusaron darle los paisanos: les dio tiempo, y volviéndoles a llamar callaron. Advertido Catón del retórico silencio, para asegurar la romana república, en un mismo día envió ministros a las ciudades de España para que mandasen demoler los fuertes; y como unos no lo podían saber de los otros, callaron todos, juzgando ser su ciudad, sola en la desgracia. Mandó luego a los pueblos de las montañas, bajar a poblar lo llano, que es la causa porque en estas montañas se hallan tantos vestigios, y señales de derruidos edificios. (2) A Catón dedicó estatua en Tarragona Silivo, y se halla en la Seo con esta inscripción.

M. PORCIO CATONI. XV. VIR. S. F. LEG. AVGG. PR. PR. 

PROVINC. H. C. ET. IN EA. DVCI TERRÆ. MARIQ. AD-

VERSVS. REBELLES. H. H. P. P. ITEM. ASIÆ. ITEM NORI-

CÆ. DVCI EXERCITVS. ILLIRICI. EXPEDITIONE.

ASIANA. ITEM GALLICA. LOGISTÆ. CIVITATIS.

ITEM. EPHESIORVM. LEG. PR. PR. PROVINC. ASIÆ.

CVR. CIVIT. TEANENTIVM, SPLENDIDISSIME.

NICOMEDENCIVM. ALLECTO. INTER. PRETORES.

ITEM TRIBVNICOS PROC. XX. HERED. PER GAL-

LIAS LVGDVNENSEM. ET BELGICAM. ET. VTRAM-

QVE GERMANIAM. PRÆPOSITO. COPIARVM. EX-

PEDITIONIS. GERMANIÆ. SECVNDÆ. TRIBVS.

MILES. LEGII. GVG. PREFECTO COHORTIS. SE-

CVNDÆ. CIVIVM. ROMANORVM. SILVIVS HOS-

PES. HASTATVS. LEG. X. GEMINÆ. STRATO. EIVS.

OPTIMO PRESIDI.

Resistieron al orden los nuestros Sedetanos, Ausetanos, Suessetanos, Lacetanos, y Bergusios, a cuyos pueblos acudiendo Catón, con poco trabajo dio remedio al daño, reduciéndose la mayor parte. Se opusieron fuertes, no sólo a los romanos, si a los propios naturales, los Acetanos, o Lacetanos entrando en sus tierras con notable daño; de lo cual sentidos los pueblos, se juntaron con los romanos, peleando Cataluña dividida para su ruina, que la ejecutaron los romanos tomando a los naturales por instrumento de su propio daño, encaminándose a circuir, y asediar la ciudad capital de aquellos pueblos. Encargó Catón el avance a los catalanes que le seguían, y lo ejecutaron vengativos; pero rechazados con daño, se retiraron aturdidos. Advertida por los de la ciudad, la retirada de sus paisanos enemigos, salieron de su fuerte al alcance: Catón que vio la suya, la ejecutó con acierto, dirigió su ejército al avance de la ciudad, que la ocupó con poco daño. (3)

Advertidos los naturales de su desgracia, no hallando defensa se rindieron a la discreción del vencedor que logró la victoria, templando la severidad con la quietud, y descanso, que concedió a la mayor parte de los naturales, y ciudadanos, advertido, y enmendado. 

La ciudad de los Acetanos (a lo que se puede inferir) es la villa, o lugar que en la costa se llama Vilasar (Vilassar), que es de la Lacetania, y en ella se hallan señales en una piedra de mármol de aquel tiempo, consagrada a Catón por Manlio, que había sin duda quedado para gobernar. La inscripción es como se sigue.

P. MANLIO GN. F. GAL.

AEDILI. II. VIR. GN.

MANLIO. P. F. GAL.

SECVNDO AEDILI.

En este tiempo se fortificaron algunos naturales en un castillo llamado Vergio, que se cree ser Verges en el Ampurdán; desde este, para su sustento, destruían, y robaban al vecino país: acudió el señor del lugar a Catón quejándose de los daños, al cual favoreció Catón diciéndole que entrase en la plaza, y que mientras daría el romano ejército el avance, él con sus amigos envistiese a los que la ocupaban, asegurándoles lograrían con acierto la victoria, que se consiguió con poco daño, por la industria de Catón.

un castillo llamado Vergio, que se cree ser Verges en el Ampurdán


Victorioso Catón, concedió los frutos de la paz a la atrabajada, y cansada Cataluña, o a los pueblos que hoy son de Cataluña: vino a Barcelona, y la ilustró con romanos edificios, con las torres que se hallan en las casas de la calle que desciende del Call a la Plaza de la Trinidad, donde de tradición antigua, y común sentir de Barcelona, estuvo encarcelada nuestra invicta tutelar, y gloriosa barcelonesa santa Eulalia. Concluido su cargo, y amiga ya Cataluña de la romana república, volvió a Roma triunfante Catón, dejando en esta Provincia muchas memorias, y varios monumentos de su valor, que refiere Pujades, con la inscripción antigua que se halla en Tarragona, (4) que es la que se sigue.

M. PORCIO. M. F. 

AMENS. APRO. II. VI-

RO PRAEFEC. FABR.

TRIB. MIL. LEG. VI.

FERRAT. PROC. AV-

GVSTVS. AB. ALIMEN-

TIS. FLAMINI. P. H. C. 

P. H. C.

5-2. De la venida del cónsul Catón, y sus guerras en Cataluña.

Capítulo 2.

De la venida del cónsul Catón, y sus guerras en Cataluña.

Dicha es sin duda de Cataluña, que cuando se han de referir sus proezas, se aplaudan con el silencio, pues no hay quien hable de lo sucedido, desde la salida de Cataluña, de Termo, hasta la venida del cónsul Catón, y sin duda fueron relevantes las victorias, pues los romanos las callaron, y sino dígalo la razón: no puede negarse el arte, y destreza romana, y que cualquier menos inteligente pone remedio donde se halla el daño; los romanos enviaron su ejército, y cónsul a Cataluña, en ella tuvo los encuentros, y guerra como veremos; luego en ella era mayor la oposición, y mayor el mal que venían a remediar: esto supuesto prosigamos.

Año 193 antes de la venida de nuestro Señor, viendo la romana república el mal estado, y debilidad de sus fuerzas en Cataluña, resolvió engrandecer a la Citerior España con nombre de Provincia consular, resolviendo viniese su cónsul a ella, y que residiese en la Tarragonès Provincia para alentar el partido romano, y oponerse a los disgustados pueblos.

Elegido Marco Porcio Catón cónsul, vino luego a Cataluña con armada numerosa de (vaxeles) bajeles, y galeras, y diez y siete mil y quinientos soldados, desembarcó en Portvendres, o en Rosas, y hay quien diga en Ampurias.

Se dirigió al asedio de Rosas, y aún se hallan señas de edificios derruidos en el lugar, que se llama Roma, o Puig de Roma, que de allí debían tener bloqueada la plaza: dio sus avances el romano, y pasados varios lances, salieron de la plaza los catalanes, y entraron a ocuparla los romanos.

De Rosas pasó a Ampurias Catón, y los griegos, y marselleses que ocupaban la parte marítima de la ciudad le recibieron con demostración cariñosa, oponiéndose los catalanes, o naturales que vivían en la parte de Alba no queriendo admitir dentro de su ciudad, o cuarteles, tales huéspedes. Con el favor de los griegos, que tenían la mayor, y mejor parte de la ciudad puso asedio a la parte de los celtas (N. E. que eran cortos, muy cortitos), que se difirió largo tiempo, en el cual, para reducirles, mandó a los mercaderes romanos, que se apartasen de los tratos de aquel país. Taló los campos, quemó los lugares, y parte de los poblados se retiraron, y parte que debían ser los más por ser de pueblos abiertos, se reconciliaron con los romanos, (1) adelantándose con esto el asedio de Ampurias con lentos progresos.

Hallándose sobre Ampurias Catón, vinieron embajadores de Belestagenes reyezuelo en la comarca de los Ilergetes, y su propio hijo pidiendo asistencias contra aquellos pueblos que le derruían sus lugares por amigo de los romanos: se excusó Catón en su debilidad, y en las fuerzas de los enemigos; y continuando sus quejas los embajadores, y con mayor viveza el hijo del rey, les aseguró el cónsul que enviaría parte de su ejército, que no cumplió llamado de mayor empeño. (2)

No acudió Catón a los embajadores, por acudir a su punto, y al crédito de su república, porque sabiendo que estaba vecino el ejército de nuestros celtas, para oponérseles mandó desembarcar los soldados que había mandado embarcar para favorecer al despojado reyezuelo: juntó su ejército, se apartó de Ampurias, eligió venir a las manos con los Ilergetes celtas. Previno antes a su ejército con elegante oración, ponderando el valor de los enemigos, la oposición de la Provincia, el crédito romano, que no había otras fuerzas, y que de ellos pendía la conservación de su dominio en España; y para que no juzgasen el remedio en la retirada, les aseguró, que había mandado volver todos los bajeles a Italia, para que de sus manos, y valor fiasen el honor, y vida que entrambos se perdían, debiendo esperarlos de la victoria.

Alentado el ejército, aseguró con su sangre volver el crédito, y gloria al nombre romano cumpliéndolo en la militar palestra, pues intrépidos acometieron a nuestros celtas, que valientes aguardaban; y peleando por la apreciada libertad de la Patria, invictos rechazaron a los romanos, en varios avances, que con intrépido, y porfiado tesón prosiguieron con mucha sangre, y multitud de muertos de entrambos ejércitos; y hubieran conseguido entera victoria a no quitársela (supuesta la voluntad divina) el valor de Catón, que solícito acudía a los suyos, y siempre tenía nueva gente descansada, para favorecer la parte oprimida. Se dilató esta pelea, desde la noche del primer día que la comenzaron hasta la del siguiente, que se retiraron conformes los ejércitos a sus estancias. 

Viendo los romanos el valor de nuestros celtas, intentaron con arte lo que no podían conseguir con la fuerza de sus valientes brazos, y así pasada media noche hallándose los celtas en sus líneas, mandó saliesen tres legiones de sus soldados, se pusieron delante de la plaza de armas de los enemigos esperando la mañana para que fuesen vistos, habiendo él a la noche ocupado un lugar hondo a la otra parte del ejército: viendo a las legiones los celtas, salieron fuertes para derrotarlas, y luego ejecutaron el ardid los romanos dando a comprender que huían, para que los catalanes se apartasen de su plaza de armas; pero no entendieron estos el ardid romano, pues sin orden siguieron a los que a su parecer huían: salió entonces Catón con su ejército, y circuyéndoles (rodeándolos) en el desorden, solicitaron el orden de su milicia que con daño, y trabajo le consiguieron en parte, y haciendo cara a los romanos, magnánimos les obligaron a retirar, habiéndoles rompido (roto) el cuerno derecho de su ordenanza.

Catón, viendo la vileza de sus soldados, con amor, y con baldones les volvió al conflicto, y con nueva gente renovó la batalla, que ya mejoraba por los romanos en la parte izquierda con nuevo socorro: fatigados los celtas se retiraron a su Real, al cual acometió Catón en multiplicados avances; pero siempre rechazado con notable pérdida.

Diligente el cónsul acudió con nuevo socorro a los suyos, y advertido del lugar menos defendido que era la puerta, o entrada de las líneas, embistió con todo su poder, rompió las guardas, entraron dentro los romanos, y peleando siempre constantes los celtas valerosos, circuidos de los enemigos, y mezclados unos con otros, fue cruel el estrago, y quedaron los romanos señores del campo, después de tan obstinado tesón: refiriendo Catón estas batallas al Senado romano, escribió que habían muerto muchos de los enemigos; pero Livio con jactancia romana quiso contarles no estando en el campo, siendo así que esto no es fácil aun a los que asisten en los lances.

Ponderable es el estilo romano en referir sus hechos, olvidándose de los nuestros, indicio que fueron mayores que la historia, supuesto que en tan valiente, y numeroso ejército no hallaron persona que mereciese nombre singular; y con razón, pues todos fueron dignos de mayor nombre, y de mejor fortuna, y por eso, y por no dilatar la española gloria lo excusan. 

Sabiéndose en Ampurias la victoria de Catón, rindieron su parte de la ciudad los catalanes: comprendidos todos los pueblos Indicetes, convinieron con universal consuelo con el romano cónsul por el buen trato, y condiciones favorables, con que fueron admitidos. Pobló a Ampurias de ciudadanos romanos, que formaron otra parte de ciudad dividida con sus muros, quedando ennoblecida Ampurias ciudad de tres pueblos: (3) se comprueba con las tres medallas, y otras tres que refiere el Arzobispo Don Antonio Agustín, y explica Pujades, que allá lo podrá ver el curioso, y referiré sus letras, que son las que se siguen.

EM n (será π : pi) OPIT (u invertida) N.

EM (otro símbolo parecido a la p) OPIT (u invertida) N.

C. L. NICOM. F. FL.

al revés

EMPORI. DD.

EMPORIN, O EMPORON.

En la una parte EMPORI, en la otra C. C. Q.

Q. G. N. C. C. R. L. C. E.

Y todas significan que Ampurias batió aquella moneda en acuerdo de Quinto Gneo.

5-1. Guerras en Cataluña contra romanos, hasta la venida del cónsul Catón.

Libro V de los anales de Cataluña. 

Derrota de Indíbil, y Mandonio: guerras de catalanes contra romanos, y de César, y Pompeyo: y de lo que sucedió hasta el Nacimiento de Cristo. 

Capítulo 1.

Guerras en Cataluña contra romanos, hasta la venida del cónsul Catón. 

Maestros los romanos del arte del reinar dominaron más con el amor, y agasajo, que con la fuerza; si bien no faltó esta cuando abusaban de su piedad: gobernando con halago, y con temor lograron crédito, y séquito, que no supieron conservar los que sucedieron a Escipión; pues por juzgarse seguros, despreciaron el arte con el cual logró su república las victorias, y los corazones.

Atentos Mandonio, e Indíbil, al desconsuelo del pueblo, y falta de Escipión, solicitaron la ruina de los romanos, como se había conseguido de los africanos: representaron a los pueblos, que sólo habían mudado de tiranos, pero no mudado la tiranía, y que era ya tiempo de dar vida, en la libertad, a la Patria: oyeron bien los pueblos el colorado pretexto, y convinieron con ellos los catalanes Ilergetes, Ausetanos, y toda la ribera del Ebro para oponerse, y sacudir el yugo romano, juntando treinta mil infantes, y cuatro mil caballos: temerosos los procónsules, que no cundiese en lo demás de Cataluña, juntaron su ejército de romanos, y españoles, y con pronta diligencia se opusieron al enemigo, llegaron a vista del ejército, les rogaron con la paz, prometiéndoles, como es costumbre, mejorar de trato, y perdón de lo pasado: no se fiaron los Ilergetes, antes sacando parte de su caballería para tomar el camino de los romanos, enviando estos, otros al oposito, y otros los Ilergetes, y romanos, se engrosó la escaramuza, ya batalla, peleando con valor unos, y otros, sin que se conociese por quien quedaba el campo.

Otro día, al amanecer se pusieron en batalla los Ilergetes, y demás pueblo: dividieron el ejército en tres partes, al medio los Ausetanos, a la derecha los Ilergetes con Indíbil, y a la izquierda los otros pueblos de Cataluña con Mandonio, y entre los dos cuernos, y batallón del medio, dejaron grandes vacíos para poder obrar la caballería.

Los romanos, descubiertos los enemigos, y su orden, siguieron el propio en la ordenanza: dio principio a la batalla la romana caballería contra Indíbil, y los Ilergetes, estos valientes derrotaron al enemigo: acudió el general romano Lentulo con otra gente para refrenar el orgullo de los Ilergetes, otros contra la caballería, y otros que socorriesen a los que peleaban contra Mandonio: se encendió fiero el combate con igual valor, y mucho daño; pero la caballería romana adelantándose, impedía poder obrar la nuestra española, ofendiendo a la infantería, que ya cansada flaqueaba: acudió Indíbil alentando los suyos, con tal coraje, que infundiéndoles nuevo valor, resistieron, y renovaron la batalla, con daño grande de los romanos: la fortuna propicia a estos, y lo cierto, Dios permitió fuese de una lanzada herido de muerte Indíbil, y aun en este estado, arrimado a su Hasta, alentaba a los suyos, que le defendían, y obraban como buenos catalanes; pero muerto Indíbil faltó el alma al ejército, que cansado se descompuso, y los romanos lograron la suerte de la victoria, muriendo más de tres mil catalanes, y quedando otros tantos prisioneros, salvándose con Mandonio el residuo del ejército, el cual envió a pedir paces a los romanos, que las concedieron pagando algunos dineros, trigo, y duplicados vestidos a los soldados vencedores, entregando algunas plazas, y las personas de Mandonio, y de otros de nombre, a los cuales dieron muerte los romanos, y esta es la primera guerra, que tuvieron los españoles en su nombre contra romanos. (1)

Por este tiempo, dicen Tomich, y Beuter, fue la guerra de Bará romano, y del rey de Castell Dases que era poderoso en Urgel, y que por la muerte que dieron los romanos a Bará, se fabricó el Arco de Bará, que está a una legua de la Torre den Barra (Torredembarra); pero es engaño, porque ese arco, como consta de la inscripción que se verá a su tiempo, fue dedicado por Sura a Licino, o por Licino a Sura, y la guerra de Bará parece que es la de Indíbil, y Mandonio: me remito a Pujades, que lo declara sutil, y docto, así esto, como que la pena de Bará, que es lo propio que de traidor en Cataluña, no se entiende por este Bará, si (sino) por el que dejó gobernador de Barcelona Ludovico Pío. (2)

Arco, arc, Bará, Tarragona

Sucedieron estas guerras, hasta el año 202 antes del Divino Nacimiento, y de este tiempo hasta el año 193 antes de Cristo olvidan las historias a los pueblos de que entonces se componía Cataluña; y tienen poca razón, porque Livio lo refiere de forma, que se puede inferir la causa, porque los romanos, y latinos no dieron razón de los progresos de aquel tiempo, que fue para no desacreditar a los romanos vencidos, y ponderar a los españoles vencedores, principalmente a los catalanes que intentaron la oposición contra romanos, y la continuaron aquellos nueve años, y muchos más. Sino valga la razón: si por haber quedado por estos pueblos vencido, y muerto Sempronio, y todo su ejército derrotado con desaliento universal de Roma que ya temía a los españoles, y a los que residían en estas partes, y por no hallarse seguros en parte alguna acudieron los romanos a la gravedad del mal con remedio extraordinario, como fue enviar al pretor romano a esta tierra, contentos antes de solos procónsules, o tenientes del pretor, bien se infiere que en estos pueblos era mayor el daño, y más difícil dominarles. 

Más se escribe, que Marco Hervio, que residía en lo que es Cataluña, escribió a Roma para que le asistiesen con pronto, y gran socorro, porque dilatándole estaban perdidos los romanos, los cuales tristes, y acobardados mandaron que por suerte se eligiese pretor, (aunque creo fue por votos) y que el electo luego viniese a esta Provincia, para informarse del estado en que se hallaba.

Y no siendo bastante el poder, y autoridad del pretor, mandó el Senado, que el mismo cónsul de Roma viniese, y tuviese su morada en Tarragona; de que se infiere cual era el valor, y crédito de los paisanos, pues para dominarles, o unirles con Roma, enviava esta su presidente, y primer ministro de la república. (3)

Disculpemos a los italianos, y españoles, que siguieron el uso de callar las verdades contrarias al poderoso, vileza del tiempo, lunar de la historia, y delito sin enmienda.

Viendo los pueblos de esta Provincia, el mal suceso de las pasadas guerras, disimularon, y sufrieron, disponiéndose a librar la Patria, y vengar la muerte de sus naturales, que bien costosa había sido a los romanos.

Después de Lucio Cornelio Lentulo, y Lucio Manlio, vino a gobernar Cetego, y en su tiempo se declararon los sedetanos, o ceretanos, que son de Cataluña (como se dijo) contra Roma, desahogando su cólera con daño de los enemigos: se opuso Cetego, que en sangriento combate destruyó al ejército, que estaba formado también de los vecinos Celtíberos, como quiere Mariana.

Pasada esta batalla, continuó la guerra en Cataluña con diferente fortuna, y se hicieron paces, y en poco tiempo rompiéndose, se volvió con mayor tesón a la guerra, y luego a la paz, que se conservó algún tiempo, manifestándose en lo exterior siempre quejosos los pueblos por la sobrada carga de la avaricia romana, pues ya había mudado de estilo Roma.

Se volvieron a Roma Cetego, y Acidio que aún se hallaba en España, y vinieron procónsules Gneo Cornelio Lentulo, y Lucio Estertino, que confirmaron la división de España en Citerior, y Ulterior, quedando un procónsul en Cataluña, o en Tarragona, y otro en la Andalucía (Bética), y Portugal (Lusitania), donde importase para acudir a todas partes al remedio.

Vino después de estos a nuestra Citerior España, Gneo Sempronio Tuditano, que la halló toda puesta en armas, sentida de la batalla de los Sedetanos, y Celtíberos bien vengados con muerte de los romanos que se hallaban en estos pueblos, y en las otras Provincias de Españas; y para defenderse juntó su ejército Sempronio, dio la batalla a estos pueblos, que juntos estaban en campaña, fue vencido, y muerto, y destruido su ejército con pasmo, y sentimiento notable de los romanos, que aturdidos sólo buscaron el remedio en la pronta venida de otro pretor: no se escribe el lugar de esta batalla, sólo que los pueblos de esta Provincia eran los más conformes contra romanos, y los nombrados Barcelona, y Cardona, y sus cabos Culca, y Liccidio.

Vino Quinto Minucio Termo por el muerto Sempronio a España, residió en la nuestra, se opuso a los contrarios, tuvieron varios lances, y sólo se halla que venció a Budar, y Bacinés, y ganó la ciudad de Turba, sin que se diga quienes fueron aquellos, ni esta. 

Vuelven a su silencio los escritores romanos, indicio de su destrozo, y de la gloria militar de esta Provincia, que les obligó a mandar viniese a residir en ella el mismo cónsul romano, para mantener el nombre, y crédito de su república, perdido, y hollado en esta tierra, y en lo más de España en aquel tiempo. De este Termo, se dice que pobló a Trem (Tremp), hermosa, y fértil villa del Principado. (4)

4-12. Victorias de Escipión: se ajustan las provincias de España a la Citerior, la nombran Tarraconense: guerras de Cataluña.

Capítulo 12.

Victorias de Escipión: se ajustan las provincias de España a la Citerior, la nombran Tarraconense: guerras de Cataluña.

Conseguida la victoria tan cumplida de Cartago nueva, se le juntaron varios pueblos a Escipión, y agradecidos los Ilergetes que seguían a Indíbil, y Mandonio, con Edeso, dejaron el campo cartaginés, y se presentaron al romano Escipión, que les admitió, y volvió las prendas con toda voluntad, y aprecio.

El año 205 antes de Cristo, se encaminó contra Asdrúbal el romano Escipión, hallándose el africano engrosado con el socorro de Cartago, y con el africano rey Massinissa se embistieron fuertes los dos ejércitos con varia fortuna duro, y sangriento combate, que se concluyó con victoria del romano, huida de Asdrúbal, y Massinissa, libertad de los Celtíberos. españoles rendidos, prisión, y esclavitud de los cartagineses. 

Se detuvo Escipión en Andalucía, y al invierno vino a Tarragona, y noticioso de que Asdrúbal Barcino había pasado a Italia, o que en España quedaba Massinissa, y Asdrúbal Gizón divididos, y que de África había llegado con fuerzas Hanón Barcino, el cual se había juntado con Magon, se encaminó al oposito de estos, y les venció, y triunfaron gloriosos del africano Marco Julio Silano, y Lucio Escipión elegidos (erigidos) contra Asdrúbal Gizón.

No faltaba a Escipión más, que concluir con Massinissa, lo logró pues concertándose, hecho amigo de los romanos volvió a África; y los que quedaron de Cartago con Asdrúbal Gizón desistiendo del dilatado campo de España, se retiraron a un ángulo que fue Cádiz. 

Viéndose los romanos señores de España, quisieron corresponder, y premiar a la Citerior España, que era entonces lo que es Cataluña, a quien debían todo su crédito, y victorias, dilatando sus términos; y como antes en la Citerior, sólo se comprendía lo que es Cataluña, le añadieron lo restante de España, menos Andalucía, Portugal, y Estremadura, que tenían el nombre de España ulterior; y la Citerior, por la cabeza de la Citerior Tarragona, también se comenzó a llamar España Tarraconense.(1)

En este tiempo enfermó Escipión con peligro de muerte, que se publicó con varias novedades, y movimientos causados por los soldados romanos, por los españoles celtíberos, y catalanes españoles celtas que seguían a Indíbil, y Mandonio, queriendo sacar estos a los romanos de España, como lo habían conseguido de los cartagineses: fomentó Magon estos movimientos desde Cádiz, y escribió a Cartago por asistencias.

Salió el sol, y se serenó el tiempo con la salud de Escipión, que castigó a los romanos soldados, y quiso vengarse de nuestros españoles citeriores, y ulteriores; y entendido de Mandonio, e Indíbil, juntaron estos sus celtas, o catalanes, con algunos celtíberos que les seguían, y formaron un ejército de veinte mil infantes, y dos mil y quinientos caballos, se fortificaron en los pueblos sedetanos, y suessetanos de Cataluña, juzgando prevalecer al poder romano que ya dominaba a España: se previno el romano, y acudió a oponérseles, se dieron vista los ejércitos, se embistieron, y pelearon fuertes, y con gran constancia los catalanes, y de pequeños encuentros vinieron a campal batalla, en la cual murieron muchos catalanes, o de la Tarraconense Provincia, y también de los romanos.

No perdieron el ánimo, ni (descaecieron) decayeron los celtas catalanes, pues el siguiente día volvieron contra el romano ejército valientes, y resueltos; pero fueron vencidos, y retirados a la montaña, y Escipión consiguió la victoria, siguiendo a los se retiraban; de los cuales pereció la mayor parte, pero con pérdida de 1500 de los romanos, y pasados de 3000 heridos: Indíbil, y Mandonio, con el residuo del ejército que se salvó en la montaña, se ajustaron con los romanos con crédito, y cumplido aplauso de unos, y otros. (N. E. Olé, aplausos por perder.)

Viendo Escipión quietas las dependencias de España con gusto de Roma, volvió a la Patria triunfante, y glorioso, dejando en España por procónsules a Lucio Cornelio Lentulo, y a Lucio Manlio Accidino. (2)

dejando en España por procónsules a Lucio Cornelio Lentulo, y a Lucio Manlio Accidino.

4-11. Valor, y cortesía de Escipión con las mujeres que se hallaron en Cartagena.


Capítulo XI. 

Valor, y cortesía de Escipión con las mujeres que se hallaron en Cartagena. 

Nunca el cruel es valiente, ni descortés el noble: valiente Escipión venció a sus enemigos, noble defendió la inocencia, y cortés amparó a las mujeres, pues con la debida atención, favoreció a las que se hallaron en la rendida Cartagena, y con mayor cuidado a la mujer de nuestro Ilergete Mandonio, y a las hijas de Indíbil, y de Edeso español celtíbero, tratándolas con toda atención, cuidado, y respeto, lastimándose de su desgracia en la valerosa oración de la catalana mujer de Mandonio, que siempre Cataluña fue dichosa Patria de mujeres heroycas, como veremos. Esta Señora, no desmayando en la desgracia, se presentó con sus sobrinas, y otras mujeres delante de Escipión, suplicándole que las favoreciese cuidando de su crédito, y punto, a la cual satisfizo con las lágrimas el general, y las encargó a un noble, y anciano romano, para que fuesen con todo decoro servidas, ponderando el valor, y honor de las mujeres de esta Provincia. Esta gloriosa Amazona, con su valor puso freno a la inclinación, y afecto que Escipión tenía a la mujer del celtíbero Edeso, pues aunque in prendado, mandó él mismo guardarla donde no la viese, mandó buscar a su marido, y padre, se la entregó, y despreciando el oro que le ofrecían por rescate, la volvió al marido, obligando la acción a esta Provincia a seguirle fina, por tan relevantes prendas de valor heroico. (1)

4-10. Derrota, y muerte de los Escipiones, su sepulcro

Capítulo 10.

Derrota, y muerte de los Escipiones, su sepulcro: venida de Nerón, y del hijo de Escipión: rendimiento de Cartagena.

Derrota, y muerte de los Escipiones, su sepulcro:

Con inteligencias, y arte atrajo Escipión a la parte romana los celtíberos, que seguían a Cartago, juzgando que con unos, y otros españoles echaría a su enemigo de España; pero no debía fiar de quien sólo servía por interés, y servía al tiempo, buscando sólo su seguridad, como lo comprobó en su daño, perdiéndose cuando se juzgaba más seguro, y fuerte, año antes del divino Nacimiento 209.

Juntó su ejército Escipión, y se previnieron los capitanes cartagineses a la oposición llamando a nuestro catalán Indíbil, que acudió puntual con sus amigos, y con cinco mil catalanes sussetanos asistidos, y pagados: se movieron los cartagineses, y se previno Escipión; y como los de Cartago tenían dividido su ejército en tres, Escipión le dividió en dos partes, encargando la una a su hermano Gneo Escipión para el oposito de Asdrúbal Barcino, y partió con la otra a encontrar (a) Asdrúbal, y Gizón, que gobernaban las dos partes del ejército cartaginés. 

Llegando a vista un ejército de otro, encargó Asdrúbal Barcino a sus celtíberos, que enviasen algunos de los suyos, a los que seguían al romano, para persuadirles que le desampararan, con pretexto de defender sus haciendas, por la guerra que les movían en sus tierras los de la parte de Cartago, y lo lograron, pues dejaron a Escipión: el cual viéndose sin la gente de quien confiaba, cuidó salvarse en la retirada, que con arte, y militar disciplina encaminó hasta pasado el Ebro seguido de los advertidos africanos, que le embistieron sin haberse podido fortificar, por la prisa que daba el enemigo, sino es sólo con el matalotaje del ejército, que no pudieron romper los africanos: cobraron con esto ánimo los romanos, pero irritados con motes, sin advertirlo quitaron los estorbos, embistieron con muerte del general Gneo Escipión, y de la mayor parte de su ejército, librándose en la montaña los que lograron la defensa en su agilidad.

Mientras se hallaba Gneo Escipión tan atrabajado, no lo estaba menos Cornelio su hermano seguido de Indíbil, y Massinissa, que no les juzgaban en el ejército contrario, pero como valeroso capitán emprendió combatir con Indíbil, y sus catalanes; pero entendiéndolo los africanos, que se hallaban cerca, acudieron al combate que fue feroz, y de muchas horas, con grandísima multitud de muertos de ambas partes, y más de los romanos, y alentando a estos Escipión, pasado de una lança murió soldado, y con su muerte dio la victoria a Cartago, huyendo su ejército, o los que pudieron librarse con la fuga, a ampararse de Tito Fonteyo; de que se infiere, que aún tenían otras fuerzas los romanos en España. (1)

Perdió su ejército, y la vida primero, Publio Cornelio Escipión, y pasados algunos días Gneo con general sentimiento de Cataluña, y con mayores demostraciones de Tarragona, y Barcelona, como más obligadas, dejando monumento para la memoria de los venideros, en el sumptuosísimo mausoleo de sus cuerpos, o sus cenizas, en el camino de Barcelona a Tarragona, algunos 6500 pasos de Tarragona, del cual dudan algunos ser de los Escipiones; pero es lo más verosímil, y probable haberse consagrado a su memoria (2) por las señas, y letras que se leen en la Torre que son las siguientes.

ORN (. elevado): TE (.) EAQVAE (.):

L (.): O (.): VNVS (.): VER (.):

BVSTVS (.): I (.): S (.): NEGL (.):

VI (.): VA (.): FL (.): BVS (.): SIBI.

PERPETVO REMA-

NERE.

Se recogieron los que se salvaron de los dos ejércitos al que tenía

Tito Fonteyo hacia Tarragona, y Lucio Marcio caballero romano al

que, de los perdidos, y fugitivos, había vuelto a juntar; y con las guarniciones de las plazas, y el favor de Cataluña emprendió ponerse en defensa, y resistir a Asdrúbal, que venía resuelto de acabar con los romanos: No sólo defendió el partido Marcio, pero valiente rompió al enemigo, y (destroçòle) le destrozó, retirándole (retirándose) con vergonzosa huida, y no le siguió Marcio por el trabajo, y (cansacio) cansancio de los suyos.

La detención de Marcio, la juzgó Asdrúbal falta de fuerzas, y creyendo había padecido su ejército iguales quiebras, volvió al lugar de la batalla, tan confiado como si no se hallara enemigo, y tan cerca, que entendiéndolo Marcio alentó a los suyos, y les obligó a vengar la locura, o desprecio: no lo dijo a los *Tordos; pues luego con buen orden dieron feroces contra el africano, que descuidado buscó su defensa en los pies, pereciendo los más perezosos.

Venía a este tiempo a engrosar el cartaginés ejército, Magòn (Magón), que ignorante de la pérdida se encaminaba descuidado, y de su descuido le advirtieron los vencedores romanos promptos en encontrarle; y encontrado quedó roto, y deshecho, perdido su ejército, y muertos, o prisioneros los soldados: estas batallas fueron dadas en Cataluña a orillas de Ebro, o bien a la parte de Valencia, como sienten algunos. (3)

Vino en este tiempo a Cataluña, y desembarcó en Tarragona, Cayo Claudio Nerón, que juntando los catalanes llegó a unirse con el vencedor ejército, y juntos pasaron a Andalucía, donde se hallaba Asdrúbal, que se defendió, y escapó por la ignorancia, y falta de arte de Nerón, que corrido volvió a Roma, o le llamó el Senado. (4)   

Año antes de Cristo 208 se juntó el Senado romano, para elegir procónsul, y general de España por la muerte de los Escipiones, y no hubo quien se atreviese, porque la derrota antecedente los tenía pasmados: acudió a Roma Publio Cornelio Escipión hijo del muerto Publio Cornelio Escipión, y alentó a su descaecida (decaída) patria, sucesor del valor del padre, ofreció cumplir con las obligaciones de padre, y patria: se admiró el Senado por la poca edad de Publio, que sólo llegaba a los 24 años, y prendado de su valor constante, le eligió procónsul.

Defendió a su patria en sus ejércitos Publio, y vengó la muerte de su glorioso padre: llegó a Cataluña, desembarcó en Ampurias: cumplió con los amigos pueblos de Cataluña hasta llegar a Tarragona, adonde acudió toda la Céltica, que es Cataluña, alegre, y contenta por ver otro Escipión en el hijo: correspondió atento Publio Cornelio Escipión al agasajo, retornando por su persona a todos los pueblos el cortejo: repartió en sus cuarteles los soldados, y se volvió a pasar el invierno a Tarragona.

Pasada la inclemencia del invierno, mandó juntar el ejército, llamó a los pueblos de Cataluña, mandó acudiesen al lugar adonde se juntaba a orillas de Ebro: eligió cinco mil catalanes para su guarda, y defensa (tal era el crédito, valor, y lealtad de la nación, aun en aquellos tiempos

Berenguer de Palasol. Bérenguer, Berengiers, Berenguier de Palazol, cataloigna

(N. E. Los catalanes de entonces se reproducían más rápido que las ratas, pero ahora paren menos si no reciben ayudas del estado, que es toda España; excluida la familia Pujol, que se han reproducido como conejos y no les hacen falta las ayudas, ya que son muy trabajadores.)

llegó con estos a unirse con el ejército, al cual con elegante estilo le previno su empeño, y le alentó para el feliz acierto

Partió para Cartagena, dejando a Cayo Marcio en Cataluña llegó a Cartagena, formó sus cuarteles, levantó sus fuertes, dio sus avances, y aunque se defendieron valientes los cercados, el arte de unos pescadores de Tarragona, por el estanque, dio la plaza a los romanos: fueron parte robados, parte presos, y parte muertos los enemigos, reservando Escipión a niños, y mujeres, del cruel, y sangriento teatro.