5-3. Guerras de Catón en Cataluña

Capítulo 3.

Guerras de Catón en Cataluña, con sus pueblos hasta que se concluyó la paz, y vuelta de Catón a Roma.

Volvió el apacible, y moderado gobierno de Escipión en Catón; y volvió Cataluña, o los pueblos que son Cataluña a la amistad, y confederación romana; que siempre esta Provincia se ha obligado del amor, y buen trato: llegó Catón a la romana, y española metrópoli, padre de los pueblos que con cariñoso afecto les atrajo a la amistad romana; y en prendas de su aprecio le entregaron los prisioneros, y le dieron resguardo para la certeza de su atento proceder en lo venidero. (1)

Pasó Catón a los Bergusios, o Bergitanos pueblos, y con sólo su presencia les volvió a la obediencia de su república, de la cual se apartaron en muy breve tiempo: entendido esto por Catón, volvió allí con su ejército, y después de reñido, y belicoso conflicto, quedó vencedor; y abusando de la victoria con los vencidos, no contento de admitirles prisioneros, les vendió esclavos, y a los pueblos mandó quitar las armas; ofendidos de esto, unos se apartaron, otros se defendieron, y otros se mataron queriendo antes perder la vida, que las armas para defenderla, ejemplo de constancia invencible. (N. E. Invencible, dice el inútil cuentista al que alaba Jordi Pujol; que no sepas admitir la derrota no te hace invencible, sino un ploramicas como los actuales catalanistas.)

Aturdido Catón, y temeroso de la osadía de estos pueblos, llamó a los primeros, y de más edad de los que estaban conformes con la romana república, y les pidió consejo del arte de gobernarles para que no se apartasen de la amistad romana: excusaron darle los paisanos: les dio tiempo, y volviéndoles a llamar callaron. Advertido Catón del retórico silencio, para asegurar la romana república, en un mismo día envió ministros a las ciudades de España para que mandasen demoler los fuertes; y como unos no lo podían saber de los otros, callaron todos, juzgando ser su ciudad, sola en la desgracia. Mandó luego a los pueblos de las montañas, bajar a poblar lo llano, que es la causa porque en estas montañas se hallan tantos vestigios, y señales de derruidos edificios. (2) A Catón dedicó estatua en Tarragona Silivo, y se halla en la Seo con esta inscripción.

M. PORCIO CATONI. XV. VIR. S. F. LEG. AVGG. PR. PR. 

PROVINC. H. C. ET. IN EA. DVCI TERRÆ. MARIQ. AD-

VERSVS. REBELLES. H. H. P. P. ITEM. ASIÆ. ITEM NORI-

CÆ. DVCI EXERCITVS. ILLIRICI. EXPEDITIONE.

ASIANA. ITEM GALLICA. LOGISTÆ. CIVITATIS.

ITEM. EPHESIORVM. LEG. PR. PR. PROVINC. ASIÆ.

CVR. CIVIT. TEANENTIVM, SPLENDIDISSIME.

NICOMEDENCIVM. ALLECTO. INTER. PRETORES.

ITEM TRIBVNICOS PROC. XX. HERED. PER GAL-

LIAS LVGDVNENSEM. ET BELGICAM. ET. VTRAM-

QVE GERMANIAM. PRÆPOSITO. COPIARVM. EX-

PEDITIONIS. GERMANIÆ. SECVNDÆ. TRIBVS.

MILES. LEGII. GVG. PREFECTO COHORTIS. SE-

CVNDÆ. CIVIVM. ROMANORVM. SILVIVS HOS-

PES. HASTATVS. LEG. X. GEMINÆ. STRATO. EIVS.

OPTIMO PRESIDI.

Resistieron al orden los nuestros Sedetanos, Ausetanos, Suessetanos, Lacetanos, y Bergusios, a cuyos pueblos acudiendo Catón, con poco trabajo dio remedio al daño, reduciéndose la mayor parte. Se opusieron fuertes, no sólo a los romanos, si a los propios naturales, los Acetanos, o Lacetanos entrando en sus tierras con notable daño; de lo cual sentidos los pueblos, se juntaron con los romanos, peleando Cataluña dividida para su ruina, que la ejecutaron los romanos tomando a los naturales por instrumento de su propio daño, encaminándose a circuir, y asediar la ciudad capital de aquellos pueblos. Encargó Catón el avance a los catalanes que le seguían, y lo ejecutaron vengativos; pero rechazados con daño, se retiraron aturdidos. Advertida por los de la ciudad, la retirada de sus paisanos enemigos, salieron de su fuerte al alcance: Catón que vio la suya, la ejecutó con acierto, dirigió su ejército al avance de la ciudad, que la ocupó con poco daño. (3)

Advertidos los naturales de su desgracia, no hallando defensa se rindieron a la discreción del vencedor que logró la victoria, templando la severidad con la quietud, y descanso, que concedió a la mayor parte de los naturales, y ciudadanos, advertido, y enmendado. 

La ciudad de los Acetanos (a lo que se puede inferir) es la villa, o lugar que en la costa se llama Vilasar (Vilassar), que es de la Lacetania, y en ella se hallan señales en una piedra de mármol de aquel tiempo, consagrada a Catón por Manlio, que había sin duda quedado para gobernar. La inscripción es como se sigue.

P. MANLIO GN. F. GAL.

AEDILI. II. VIR. GN.

MANLIO. P. F. GAL.

SECVNDO AEDILI.

En este tiempo se fortificaron algunos naturales en un castillo llamado Vergio, que se cree ser Verges en el Ampurdán; desde este, para su sustento, destruían, y robaban al vecino país: acudió el señor del lugar a Catón quejándose de los daños, al cual favoreció Catón diciéndole que entrase en la plaza, y que mientras daría el romano ejército el avance, él con sus amigos envistiese a los que la ocupaban, asegurándoles lograrían con acierto la victoria, que se consiguió con poco daño, por la industria de Catón.

un castillo llamado Vergio, que se cree ser Verges en el Ampurdán


Victorioso Catón, concedió los frutos de la paz a la atrabajada, y cansada Cataluña, o a los pueblos que hoy son de Cataluña: vino a Barcelona, y la ilustró con romanos edificios, con las torres que se hallan en las casas de la calle que desciende del Call a la Plaza de la Trinidad, donde de tradición antigua, y común sentir de Barcelona, estuvo encarcelada nuestra invicta tutelar, y gloriosa barcelonesa santa Eulalia. Concluido su cargo, y amiga ya Cataluña de la romana república, volvió a Roma triunfante Catón, dejando en esta Provincia muchas memorias, y varios monumentos de su valor, que refiere Pujades, con la inscripción antigua que se halla en Tarragona, (4) que es la que se sigue.

M. PORCIO. M. F. 

AMENS. APRO. II. VI-

RO PRAEFEC. FABR.

TRIB. MIL. LEG. VI.

FERRAT. PROC. AV-

GVSTVS. AB. ALIMEN-

TIS. FLAMINI. P. H. C. 

P. H. C.

5-2. De la venida del cónsul Catón, y sus guerras en Cataluña.

Capítulo 2.

De la venida del cónsul Catón, y sus guerras en Cataluña.

Dicha es sin duda de Cataluña, que cuando se han de referir sus proezas, se aplaudan con el silencio, pues no hay quien hable de lo sucedido, desde la salida de Cataluña, de Termo, hasta la venida del cónsul Catón, y sin duda fueron relevantes las victorias, pues los romanos las callaron, y sino dígalo la razón: no puede negarse el arte, y destreza romana, y que cualquier menos inteligente pone remedio donde se halla el daño; los romanos enviaron su ejército, y cónsul a Cataluña, en ella tuvo los encuentros, y guerra como veremos; luego en ella era mayor la oposición, y mayor el mal que venían a remediar: esto supuesto prosigamos.

Año 193 antes de la venida de nuestro Señor, viendo la romana república el mal estado, y debilidad de sus fuerzas en Cataluña, resolvió engrandecer a la Citerior España con nombre de Provincia consular, resolviendo viniese su cónsul a ella, y que residiese en la Tarragonès Provincia para alentar el partido romano, y oponerse a los disgustados pueblos.

Elegido Marco Porcio Catón cónsul, vino luego a Cataluña con armada numerosa de (vaxeles) bajeles, y galeras, y diez y siete mil y quinientos soldados, desembarcó en Portvendres, o en Rosas, y hay quien diga en Ampurias.

Se dirigió al asedio de Rosas, y aún se hallan señas de edificios derruidos en el lugar, que se llama Roma, o Puig de Roma, que de allí debían tener bloqueada la plaza: dio sus avances el romano, y pasados varios lances, salieron de la plaza los catalanes, y entraron a ocuparla los romanos.

De Rosas pasó a Ampurias Catón, y los griegos, y marselleses que ocupaban la parte marítima de la ciudad le recibieron con demostración cariñosa, oponiéndose los catalanes, o naturales que vivían en la parte de Alba no queriendo admitir dentro de su ciudad, o cuarteles, tales huéspedes. Con el favor de los griegos, que tenían la mayor, y mejor parte de la ciudad puso asedio a la parte de los celtas (N. E. que eran cortos, muy cortitos), que se difirió largo tiempo, en el cual, para reducirles, mandó a los mercaderes romanos, que se apartasen de los tratos de aquel país. Taló los campos, quemó los lugares, y parte de los poblados se retiraron, y parte que debían ser los más por ser de pueblos abiertos, se reconciliaron con los romanos, (1) adelantándose con esto el asedio de Ampurias con lentos progresos.

Hallándose sobre Ampurias Catón, vinieron embajadores de Belestagenes reyezuelo en la comarca de los Ilergetes, y su propio hijo pidiendo asistencias contra aquellos pueblos que le derruían sus lugares por amigo de los romanos: se excusó Catón en su debilidad, y en las fuerzas de los enemigos; y continuando sus quejas los embajadores, y con mayor viveza el hijo del rey, les aseguró el cónsul que enviaría parte de su ejército, que no cumplió llamado de mayor empeño. (2)

No acudió Catón a los embajadores, por acudir a su punto, y al crédito de su república, porque sabiendo que estaba vecino el ejército de nuestros celtas, para oponérseles mandó desembarcar los soldados que había mandado embarcar para favorecer al despojado reyezuelo: juntó su ejército, se apartó de Ampurias, eligió venir a las manos con los Ilergetes celtas. Previno antes a su ejército con elegante oración, ponderando el valor de los enemigos, la oposición de la Provincia, el crédito romano, que no había otras fuerzas, y que de ellos pendía la conservación de su dominio en España; y para que no juzgasen el remedio en la retirada, les aseguró, que había mandado volver todos los bajeles a Italia, para que de sus manos, y valor fiasen el honor, y vida que entrambos se perdían, debiendo esperarlos de la victoria.

Alentado el ejército, aseguró con su sangre volver el crédito, y gloria al nombre romano cumpliéndolo en la militar palestra, pues intrépidos acometieron a nuestros celtas, que valientes aguardaban; y peleando por la apreciada libertad de la Patria, invictos rechazaron a los romanos, en varios avances, que con intrépido, y porfiado tesón prosiguieron con mucha sangre, y multitud de muertos de entrambos ejércitos; y hubieran conseguido entera victoria a no quitársela (supuesta la voluntad divina) el valor de Catón, que solícito acudía a los suyos, y siempre tenía nueva gente descansada, para favorecer la parte oprimida. Se dilató esta pelea, desde la noche del primer día que la comenzaron hasta la del siguiente, que se retiraron conformes los ejércitos a sus estancias. 

Viendo los romanos el valor de nuestros celtas, intentaron con arte lo que no podían conseguir con la fuerza de sus valientes brazos, y así pasada media noche hallándose los celtas en sus líneas, mandó saliesen tres legiones de sus soldados, se pusieron delante de la plaza de armas de los enemigos esperando la mañana para que fuesen vistos, habiendo él a la noche ocupado un lugar hondo a la otra parte del ejército: viendo a las legiones los celtas, salieron fuertes para derrotarlas, y luego ejecutaron el ardid los romanos dando a comprender que huían, para que los catalanes se apartasen de su plaza de armas; pero no entendieron estos el ardid romano, pues sin orden siguieron a los que a su parecer huían: salió entonces Catón con su ejército, y circuyéndoles (rodeándolos) en el desorden, solicitaron el orden de su milicia que con daño, y trabajo le consiguieron en parte, y haciendo cara a los romanos, magnánimos les obligaron a retirar, habiéndoles rompido (roto) el cuerno derecho de su ordenanza.

Catón, viendo la vileza de sus soldados, con amor, y con baldones les volvió al conflicto, y con nueva gente renovó la batalla, que ya mejoraba por los romanos en la parte izquierda con nuevo socorro: fatigados los celtas se retiraron a su Real, al cual acometió Catón en multiplicados avances; pero siempre rechazado con notable pérdida.

Diligente el cónsul acudió con nuevo socorro a los suyos, y advertido del lugar menos defendido que era la puerta, o entrada de las líneas, embistió con todo su poder, rompió las guardas, entraron dentro los romanos, y peleando siempre constantes los celtas valerosos, circuidos de los enemigos, y mezclados unos con otros, fue cruel el estrago, y quedaron los romanos señores del campo, después de tan obstinado tesón: refiriendo Catón estas batallas al Senado romano, escribió que habían muerto muchos de los enemigos; pero Livio con jactancia romana quiso contarles no estando en el campo, siendo así que esto no es fácil aun a los que asisten en los lances.

Ponderable es el estilo romano en referir sus hechos, olvidándose de los nuestros, indicio que fueron mayores que la historia, supuesto que en tan valiente, y numeroso ejército no hallaron persona que mereciese nombre singular; y con razón, pues todos fueron dignos de mayor nombre, y de mejor fortuna, y por eso, y por no dilatar la española gloria lo excusan. 

Sabiéndose en Ampurias la victoria de Catón, rindieron su parte de la ciudad los catalanes: comprendidos todos los pueblos Indicetes, convinieron con universal consuelo con el romano cónsul por el buen trato, y condiciones favorables, con que fueron admitidos. Pobló a Ampurias de ciudadanos romanos, que formaron otra parte de ciudad dividida con sus muros, quedando ennoblecida Ampurias ciudad de tres pueblos: (3) se comprueba con las tres medallas, y otras tres que refiere el Arzobispo Don Antonio Agustín, y explica Pujades, que allá lo podrá ver el curioso, y referiré sus letras, que son las que se siguen.

EM n (será π : pi) OPIT (u invertida) N.

EM (otro símbolo parecido a la p) OPIT (u invertida) N.

C. L. NICOM. F. FL.

al revés

EMPORI. DD.

EMPORIN, O EMPORON.

En la una parte EMPORI, en la otra C. C. Q.

Q. G. N. C. C. R. L. C. E.

Y todas significan que Ampurias batió aquella moneda en acuerdo de Quinto Gneo.