Capítulo 8.
Ocupadas, y demolidas Cartago vieja, y Rubricata, vencido Asdrúbal y otros muchos lances.
No el que vence merece nombre de consumado capitán, sí el que vence, y sigue la victoria logrando comodidad, y gloria; bien lo entendieron los dos hermanos Escipiones, tomando la ocasión pues no ufanos, si solícitos cuidaron no les escapase, y para asegurarla emprendieron la hazaña que les ofreció el fruto de sus victorias, en la conquista de la Metrópoli cartaginesa en Cataluña Cartago la vieja. Hicieron a Tito Sempronio dueño de la hazaña, para lograr seguros la gloria del trabajo ajeno, que
siempre las obras de los soldados ceden en crédito del General: después de varios lances, al fin venció Sempronio; conquistó la Cartago de España, y la demolió hasta los cimientos, plaza que tan valiente se les opuso siempre, consiguiendo lo que en otro tiempo no hubiera sido fácil.
Destruida la vieja Cartago, quisieron nuevamente poblarla los Cosetanos con algunos romanos, la concedió Escipión, con que ni por el nombre quedase memoria de sus enemigos; cruel venganza que llega a la fama. Concedió a los pobladores libertades, y privilegios, y de estas franquezas la llamaron Villafranca; pero no pudo olvidarse su primer oriente, pues le ha quedado y a su comarca, el renombre de Penos, o Penitentium, y en catalán Panadès. (1) (N. E. Penedès más moderno.)
Acabó la cartaginesa colonia, acabó la Metrópoli africana, y se exaltó Barcelona como veremos, y no menos de la demolida Rubricata, que aunque no es fijo, pero no será temerario juzgar, que rendida Cartago vieja, estando tan cerca, y más de Barcelona que Villafranca, pasasen los vencedores a la infeliz Rubricata apenas poblada ya destruida, tan desconocida que ni indicio se halla de quien fue, aunque se pretende darle asiento en Martorell, que no lo juzgo, por ser Rubricata de la Lacetania, que sólo llegaba a Llobregat; y más se conforma Rubi (Rubí), por el nombre, y por hallarse de esta parte de Llobregat, en donde se halla un antiquísimo castillo, y cerca en el lugar que se junta con Llobregat el pequeño Rubí, o Riera de Rubí, se halla una
torre de atalaya, como las que los cartagineses usaban, y no creo que se
encuentren indicios en otra parte. (2)
(N. E. Ad Bergam. oppidum est ad Rubricatum amnem, in Catalaunis apud Barcinonem urbem fluentem. Ptolomei aevo notum fuisse, probabile est. De hoc Castro Livius lib. XXIV. Bergitanos fuisse in Lacetania Plinii, docet Petrus de Marca, Marc. hisp. lib. II. cap. XXXIII. § V. -
Pedro de Marca, Marca hispánica, libro 2, capítulo 33, párrafo 5.)
Otros sucesos refiere Livio de los Escipiones, y el obispo de Gerona de Galba, y españoles Cartesios; pero como no pertenecen a Cataluña, bien que los catalanes asistieron a los Escipiones en la jornada de Sagunto, aunque fue poco el fruto pues sólo cobraron los rehenes que tenía dentro Asdrúbal, de los pueblos españoles que se le sujetaron, lo dejaremos pasando a Asdrúbal: el cual viendo empeorarse su partido en España acudió a Cartago, de donde le había venido orden que pasase a Italia, y advirtió antes a su república el estado de sus intereses en España, y que los pueblos se juntaban con los romanos por las victorias de la armada de Escipión, y prontitud de los pueblos de Cataluña en asistirle, y nombró la cartaginesa república a Himilco por gobernador de España, el cual llegó con los enviados de Asdrúbal, para que pudiese este pasar a Italia asegurado en el valor de Himilco.
Obedeciendo el orden seguía su viaje de Italia por Cataluña Asdrúbal; cuando Escipión como buen hijo, y noble ciudadano temiendo los daños de la Patria en el viaje de Asdrúbal, para estorbarle el camino encaminó su ejército hacia Iliberia, que era poderosa ciudad, y amiga de Cartago, juzgando que para defenderla, dilataría Asdrúbal el pasaje de Italia.
No salió vano el discurso de Escipión aunque no acertado, pues no pasó Asdrúbal a defender Iliberia, si se empeñó contra otra ciudad vecina confederada de los romanos que no se nombra: viéndole Escipión empeñado dejó a Iliberia, y pasó a encontrar al ejército enemigo, tuvieron varios choques, y escaramuzas: deseosos los generales de pelear dieron señal de batalla, se embistieron resueltos, obraron fuertes, intrépidos se acometieron, y defendieron: se inclinó a los romanos la victoria, ya por su valor, y de nuestros paisanos, como también porque los otros españoles, que seguían al cartaginés capitán, se excusaron de pelear: vencido Asdrúbal, se retiró a Cartagena dando la victoria muy cumplida al romano ejército. (3)
Por este tiempo acudió Roma, y también Cartago a los suyos con prontos, y numerosos socorros, que hubieran harto atrabajado a Cataluña, y a toda España; pero quiso Dios justo Juez que no obrase el poder humano, porque el universal azote del divino, y soberano poder había de obrar solo, y castigar a unos, y a otros con la peste, que abrasó a toda España. (4)
Sucedió todo lo referido hasta el año 211 antes de Cristo.
(N. E. ¿Qué Dios tenían los catalanes entonces? Quizás Georgius Podiolum.)