La duquesa ciervo



Sobre el libro La duquesa ciervo

Esto dijo el dragón: "Todo en el universo se rige por la obediencia... todo menos una pequeña llama que arde en el interior del hombre". Después del gran despliegue narrativo de Brilla, mar del Edén (Premio Nacional de la Crítica), Andrés Ibáñez se adentra con La duquesa ciervo en un mundo fantástico y medieval para contarnos la historia de Hjalmar, aprendiz de mago, y de su encuentro con la fascinante duquesa ciervo. Un mundo entero se despliega ante nuestros ojos, vivo hasta en los menores detalles: la populosa ciudad de Irundast, dominada por la Torre de los Magos donde viven la bella Aliso, el rey Urbán y el archimago Saamsar de Olden, y luego todo un orbe de esclavos y de inmensos imperios sin límites, de religiones fanáticas y antiguas leyendas. Las etapas del estudio de la magia, una gran historia de amor que fluctúa entre lo posible y lo imposible, un gran viaje a través del mundo, una selva donde se borra la diferencia entre sueño y vigilia, una guerra infinita por conquistar una ciudad que flota sobre las nubes, una sociedad donde los osos conviven con los hombres e innumerables historias secundarias componen un vasto fresco animado con la energía de las antiguas novelas de aventuras. Y sin embargo, este mundo de niebla y fantasía se parece dolorosamente al nuestro. Sus dragones y cadenas son los mismos que nosotros sufrimos hoy en día. La duquesa ciervo es una exploración interior en busca de los fantasmas que dominan nuestra psique y también una reflexión sobre el poder, la esclavitud y la libertad. Sobre la anterior novela de Andrés Ibáñez la crítica ha dicho: "Una pieza maestra a la altura de Roberto Bolaño." José María Pozuelo Yvancos, ABC Cultural "Sin duda el gran acontecimiento literario español de 2014. Brilla, mar del Edén es una obra mayor de experiencia e iluminación, y no hay nada parecido en la historia reciente de la literatura española ni, creo, en la de cualquier época." Ismael Belda, "El paso del mulo", Revista de libros


17 ciervo
2 ciervos
2 ejemplos ciervo herido
2 oraciones con ciervo
3 caracteristicas del ciervo
3 ciervos
3 oraciones con ciervo
4 ciervos yggdrasil
4fotos 1palabra ciervo
5 oraciones con ciervo
5 siervos de dios
6 caracteristicas del ciervo
alfonso c ciervo m d
amigurumi ciervo
arthur v. ciervo
assassins creed 3 ciervo
assassins creed 3 ciervo insolito
assassins creed 4 ciervos
astas de ciervo por kilo
cabeza ciervo 3d
calle ciervo 1
calle ciervo 4
calle ciervo 6
calle ciervo 7
camello o ciervo
campesinos o ciervos
cantaria o ciervo volante
caracteristicas del ciervo
ciervo
ciervo 1 pozuelo
ciervo 12 puntas
ciervo 14 puntas
ciervo 150 puntos
ciervo 16 puntas
ciervo 18 puntas
ciervo 20 puntas
ciervo 21 puntas
ciervo 24 puntas
ciervo 25 puntas
ciervo 28
ciervo 28 puntas
ciervo 3 5 años edad
ciervo 3 años
ciervo 30 puntas
ciervo 3d
ciervo 3d max
ciervo 3d modelo
ciervo 4 puntas
ciervo 40 cm
ciervo 6 puntas
ciervo 7
ciervo 7 puntas
ciervo 777
ciervo 8 puntas
ciervo 99
ciervo _x
ciervo a la brasa
ciervo a la cacerola
ciervo a la cazadora
ciervo a la cazuela
ciervo a la cerveza
ciervo a la parrilla
ciervo a la plancha
ciervo a la vinagreta
ciervo a lapiz
ciervo africano
ciervo al pedro ximenez
ciervo albino
ciervo almizclero
ciervo americano
ciervo animado
ciervo animal
ciervo argentino
ciervo axis
ciervo azul
ciervo b group
ciervo b group srl
ciervo bambi
ciervo bareto
ciervo bebe
ciervo berrea
ciervo berreando
ciervo blanco
ciervo blanco motel
ciervo blanco motel precios
ciervo blanco ñeembucu
ciervo bramando
ciervo bramando por agua
ciervo canadiense
ciervo caracteristicas
ciervo caricatura
ciervo carton
ciervo chileno
ciervo civil de 7 grado
ciervo cola blanca
ciervo colorado
ciervo comun
ciervo comun 4 letras
ciervo con s
ciervo cua
ciervo cua paraguay
ciervo cuernos
ciervo dama
ciervo de 10 puntas
ciervo de 3 a 4 años
ciervo de 3 a 5 años
ciervo de 4 a 5 años
ciervo de 4 años
ciervo de 43 puntas
ciervo de 5 años
ciervo de 7 letras
ciervo de alaska
ciervo de cola blanca
ciervo de la nacion
ciervo de los pantanos
ciervo de oro
ciervo de the walking dead
ciervo definicion
ciervo dibujo
ciervo disfraz
ciervo en catalan
ciervo en euskera
ciervo en frances
ciervo en ingles
ciervo en ingles como se escribe
ciervo en salsa
ciervo en valenciano
ciervo enano
ciervo español
ciervo estofado
ciervo facil de dibujar
ciervo falso
ciervo falso the walking dead
ciervo familia
ciervo femenino
ciervo fotos
ciervo fotos grandes
ciervo frances
ciervo frases
ciervo frozen
ciervo gamo
ciervo geometrico
ciervo geometrico tatuaje
ciervo gerardo
ciervo gif
ciervo gigante
ciervo gracioso
ciervo grande america del norte
ciervo gris
ciervo guisado
ciervo habitat
ciervo harry potter
ciervo heladeria villa luro
ciervo hembra
ciervo hembra cuernos
ciervo herbivoro
ciervo herido
ciervo hipster
ciervo horoscopo
ciervo huemul
ciervo i beni comuni
ciervo iberico
ciervo ikea
ciervo imagenes
ciervo impala
ciervo imperial
ciervo indio
ciervo ingles
ciervo ingles traduccion
ciervo irlandes
ciervo jagermeister
ciervo jagger
ciervo jagger tattoo
ciervo japones
ciervo jirafa
ciervo joven
ciervo joven de 3 a 5 años
ciervo joven que aun no ha padreado
ciervo joven sinonimo
ciervo juego de tronos
ciervo kashmir
ciervo kawaii
ciervo kitsch
ciervo kosher
ciervo kudu
ciervo lanseros
ciervo latin
ciervo letra
ciervo leyenda
ciervo life is strange
ciervo lineal
ciervo lineas
ciervo liniers
ciervo loco
ciervo logo
ciervo macho
ciervo macho y hembra
ciervo mandala
ciervo maquillaje
ciervo mas grande del mundo
ciervo medalla de oro
ciervo meme
ciervo mitologia
ciervo muerto
ciervo mula 6 puntas tipicas
ciervo mulo
ciervo nadando
ciervo nara
ciervo navidad
ciervo navideño
ciervo neotradicional
ciervo nieve
ciervo niños
ciervo nombre cientifico
ciervo nombres
ciervo nordico
ciervo norteamericano 6 letras
ciervo o alce
ciervo o corzo
ciervo o gamo
ciervo o reno
ciervo o siervo
ciervo o venado
ciervo old school
ciervo omnivoro
ciervo oraciones
ciervo origami
ciervo origen
ciervo oro
ciervo para colorear
ciervo para dibujar
ciervo pared
ciervo patagonico
ciervo patronus
ciervo pequeño
ciervo petiso
ciervo png
ciervo pokemon
ciervo pudu
ciervo que animal es
ciervo que brama por agua
ciervo que come
ciervo que come y donde vive
ciervo que representa
ciervo que se creia extinto
ciervo que significa
ciervo que tiran trineos
ciervo que vive en los andes
ciervo quinto sabadell
ciervo raro
ciervo raro far cry primal
ciervo raton
ciervo ratón de java
ciervo recetas
ciervo recien nacido
ciervo rojo
ciervo rojo 2
ciervo rojo en chile
ciervo rojo mexico
ciervo rumiante
ciervo sambar
ciervo siervo
ciervo significado
ciervo significado diccionario
ciervo sika
ciervo silueta
ciervo simbologia
ciervo sims 3
ciervo sin cuernos
ciervo sinonimo
ciervo snapchat
ciervo tattoo
ciervo tatuaje significado
ciervo tatuajes
ciervo the walking dead
ciervo tomando agua
ciervo totem
ciervo trackid=sp-006
ciervo traduccion
ciervo tribal
ciervo tumblr
ciervo twd
ciervo ubicacion
ciervo un principe para laura
ciervo ungulado
ciervo unicornio
ciervo uruguay
ciervo vampiro
ciervo venado
ciervo villa luro
ciervo volador
ciervo volante
ciervo volante chileno
ciervo volante en gallego
ciervo volante precio
ciervo vs reno
ciervo vs venado
ciervo walking
ciervo walking dead
ciervo wallpaper
ciervo wapiti
ciervo white edition
ciervo wikifaunia
ciervo wikipedia
ciervo wikipedia español
ciervo wordreference
ciervo wow
ciervo y cierva
ciervo y corzo
ciervo y corzo diferencia
ciervo y cruz
ciervo y el oso
ciervo y el oso restaurante
ciervo y reno
ciervo y reno diferencias
ciervo y siervo
ciervo y siervo oraciones
ciervo y siervo significado
ciervo y sus caracteristicas
ciervo y venado
ciervo y venado wikipedia
ciervo zamora
ciervo zara home
ciervo zodiaco
ciervo zombie
ciervo zoo guadalajara
ciervo zord
ciervo zorro
ciervo zorro cuervo
ciervo_kirst
ciervos
ciervos 1435 n 2nd st harrisburg pa 17102
ciervos 1435 n 2nd st harrisburg pa 17102 united states
ciervos 2015
ciervos 2016
ciervos a punto de cruz
ciervos e
ciervos o venados
ciervos ximena sariñana
ciervos y venados
con la w ciervo canadiense
cuerno e ciervo
de ciervo s.r.l
de siervo
de siervo a lider
de siervo caretti riassunto
de siervo giovanni
de siervo luigi
de siervo rai
de siervo renzi
de siervo ugo
de siervo y de leva
de siervogel rotselaar
e.s. el ciervo-cedipsa
el ciervo 96
el ciervo de los pantanos
el ciervo herido
el ciervo volante
especie de ciervo 4 letras
estancia 4 ciervos
far cry 3 ciervos
gacela o ciervo
gta 5 ciervo
gta 5 ciervos
gta v ciervos
habitat del ciervo
hacienda del ciervo 5
hacienda del ciervo 6
hacienda del ciervo 7
hotel ciervo xares
hotel el ciervo
informacion sobre el ciervo
jersey ciervo h&m
josep m ciervo
josé m ciervo
juegos de ciervos
k es siervo
k significa ciervo
kanji cuervo
paredes ciervo 2
paredes ciervo 2 precio
productos ciervo s.a. de c.v
q quiere decir siervo
q representa el ciervo
q se significa siervo
q significa siervo
q significa siervo y siervo
rio de los ciervos 6157 punta arenas
siervo inutil
siervo o esclavo
siervo que carece de libertad
siervo salmo 42
significado de ciervo
sims 3 ciervo
ska p siervo de dios
taruca o ciervo andino
un ciervo
un ciervo bramando por agua
un ciervo en la autopista
un ciervo en la autopista juego
un ciervo en la autopista jugar
un ciervo en su casita
un ciervo en su casita letra
un ciervo grande
un ciervo puede alcanzar una velocidad de 80 km/h
un ciervo que ronca
un siervo para tu gloria
venado v ciervo
x4duros ciervo
zodiaco celta cuervo





la lengua de las mariposas, Manuel Rivas

"La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un muelle de un reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar, ¿a qué sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa".
  
 Moncho, la lengua de las mariposas, Manuel Rivas 

Moncho, la lengua de las mariposas, Manuel Rivas 

Descarga La lengua de las mariposas,pdf, Manuel Rivas pdf_la_lengua_de_las_mariposas 

https://youtu.be/b7WnfnGeOog 

 "¿Qué hay , Gorrión? Espero que este año podamos ver por fin la lengua de las mariposas". //Pardal en otros textos 
El maestro aguardaba desde hacía tiempo que le enviaran un microscopio a los de la instrucción pública. Tanto nos hablaba de como se agrandaban las cosas menudas e invisibles por aquel aparato que los niños llegábamos a verlas de verdad, como si sus palabras entusiastas tuvieran un efecto de poderosas lentes. "La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un resorte de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar ¿a que sienten ya el dulce en la boca como si la yema fuera la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa". Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Que maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de jarabe. Yo quería mucho a aquel maestro. Al principio, mis padres no podían creerlo. Quiero decir que no podían entender como yo quería a mi maestro. Cuando era un "picarito", la escuela era una amenaza terrible. Una palabra que cimbraba en el aire como una vara de mimbre. "¡Ya verás cuando vayas a la escuela!" Dos de mis tíos, como muchos otros mozos, emigraron a América por no ir de quintos a la guerra de Marruecos. Pues bien, yo también soñaba con ir a América sólo por no ir a la escuela. De hecho, había historias de niños que huían al monte para evitar aquel suplicio. Aparecían a los dos o tres días, ateridos y sin habla, como desertores de la Barranco del Lobo. Yo iba para seis años y me llamaban todos Gorrión. Otros niños de mi edad ya trabajaban. Pero mi padre era sastre y no tenía tierras ni ganado. Prefería verme lejos y no enredando en el pequeño taller de costura. Así pasaba gran parte del día correteando por la Alameda, y fue Cordeiro, el recolector de basura y hojas secas, el que me puso el apodo. "Pareces un pardal". Creo que nunca corrí tanto como aquel verano anterior al ingreso en la escuela. Corría como un loco y a veces sobrepasaba el límite de la Alameda y seguía lejos, con la mirada puesta en la cima del monte Sinaí, con la ilusión de que algún día me saldrían alas y podría llegar a Buenos Aires. Pero jamás sobrepasé aquella montaña mágica. "¡Ya verás cuando vayas a la escuela!" Mi padre contaba como un tormento, como si le arrancara las amígdalas con la mano, la manera en que el maestro les arrancaba la jeada del habla para que no dijeran ajua nin jato ni jracias. "Todas las mañanas teníamos que decir la frase 'Los pájaros de Guadalajara tienen la garganta llena de trigo'. ¡Muchos palos llevábamos por culpa de Juadalagara!" Si de verdad quería meterme miedo, lo consiguió. La noche de la víspera no dormí. Encogido en la cama, escuchaba el reloj de la pared en la sala con la angustia de un condenado. El día llegó con una claridad de mandil de carnicero. No mentiría si le dijera a mis padres que estaba enfermo. El miedo, como un ratón, me roía por dentro. Y me meé. No me meé en la cama sino en la escuela. Lo recuerdo muy bien. Pasaron tantos años y todavía siento una humedad cálida y vergonzosa escurriendo por las piernas. Estaba sentado en el último pupitre, medio escondido con la esperanza de que nadie se percatara de mi existencia, hasta poder salir y echar a volar por la Alameda. "A ver, usted, ¡póngase de pie!" El destino siempre avisa. Levanté los ojos y vi con espanto que la orden iba para mi. Aquel maestro feo como un bicho me señalaba con la regla. Era pequeña, de madera, pero a mi me pareció la lanza de Abd el-Krim. "¿Cuál es su nombre?" "Gorrión." Todos los niños rieron a carcajadas. Sentí como si me batieran con latas en las orejas. "¿Gorrión?" No recordaba nada. Ni mi nombre. Todo lo que yo había sido hasta entonces había desaparecido de mi cabeza. Mis padres eran dos figuras borrosas que se desvanecían en la memoria. Miré cara al ventanal, buscando con angustia los árboles de la alameda. Y fue entonces cuando me meé. Cuando se dieron cuenta los otros rapaces, las carcajadas aumentaron y resonaban como trallazos. Huí. Eché a correr como un loquito con alas. Corría, corría como solo se corre en sueños y viene tras de uno el Sacaúnto. Yo estaba convencido de que eso era lo que hacía el maestro. Venir tras de mi. Podía sentir su aliento en el cuello y el de todos los niños, como jauría de perros a la caza de un zorro. Pero cuando llegué a la altura del palco de la música y miré cara atrás, vi que nadie me había seguido, que estaba solo con mi miedo, empapado de sudor y de meos. El palco estaba vacío. Nadie parecía reparar en mi, pero yo tenía la sensación de que toda la villa estaba disimulando, que docenas de ojos censuradores acechaban en las ventanas, y que las lenguas murmuradoras no tardarían en llevarle la noticia a mis padres. Las piernas decidieron por mi. Caminaron hacia al Sinaí con una determinación desconocida hasta entonces. Esta vez llegaría hasta A Coruña y embarcaría de polisón en uno de esos navíos que llevan a Buenos Aires. Desde la cima del Sinaí no se veía el mar sino otro monte más grande todavía, con peñascos recortados como torres de una fortaleza inaccesible. Ahora recuerdo con una mezcla de asombro y nostalgia lo que tuve que hacer aquel día. Yo sólo, en la cima, sentado en silla de piedra, bajo las estrellas, mientras en el valle se movían como luciérnagas los que con candil andaban en mi búsqueda. Mi nombre cruzaba la noche cabalgando sobre los aullidos de los perros. No estaba sorprendido. Era como si atravesara la línea del miedo. Por eso no lloré ni me resistí cuando llegó donde mi la sombra regia de Cordeiro. Me envolvió con su chaquetón y me abrazó (coger a colo) en su pecho. "Tranquilo Gorrión, ya pasó todo." Dormí como un santo aquella noche, pegadito a mamá. Nadie me reprendió. Mi padre se había quedado en la cocina, fumando en silencio, con los codos sobre el mantel de hule, las colillas amontonadas en el cenicero de concha de vieira, tal como pasara cuando había muerto la abuela. Tenía la sensación de que mi madre no me había soltado de la mano en toda la noche. Así me llevó, agarrado como quien lleva un serón en mi vuelta a la escuela. Y en esta ocasión, con corazón sereno, pude fijarme por vez primera en el maestro. Tenía la cara de un sapo. El sapo sonreía. Me pellizcó la mejilla con cariño. "¡Me gusta ese nombre, Gorrión!". Y aquel pellizco me hirió como un dulce de café. Pero lo más increíble fue cuando, en el medio de un silencio absoluto, me llevó de la mano cara a su mesa y me sentó en su silla. Y permaneció de pie, agarró un libro y dijo: "Tenemos un nuevo compañero. Es una alegría para todos y vamos a recibirlo con un aplauso". Pensé que me iba a mear de nuevo por los pantalones, pero sólo noté una humedad en los ojos. "Bien, y ahora, vamos a comenzar con un poema. ¿A quien le toca? ¿Romualdo? Ven, Romualdo, acércate. Ya sabes, despacito y en voz bien alta". A Romualdo los pantalones cortos le quedaban ridículos. Tenía las piernas muy largas y oscuras, con las rodillas llenas de heridas. Una tarde parda y fría... "Un momento, Romualdo, ¿qué es lo que vas a leer?" "Una poesía, señor". "¿Y cómo se titula?" "Recuerdo infantil. Su autor es don Antonio Machado". "Muy bien, Romualdo, adelante. Despacito y en voz alta. Repara en la puntuación." El llamado Romualdo, a quien yo conocía de acarrear sacos de piñas como niño que era de Altamira, carraspeó como un viejo fumador de picadura y leyó con una voz increíble, espléndida, que parecía salida de la radio de Manolo Suárez, el indiano de Montevideo. Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales. Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel, junto a una marcha carmín... "Muy bien. ¿Qué significa monotonía de lluvia, Romualdo?" preguntó el maestro. "Que llueve después de llover, don Gregorio". "¿Rezaste?", preguntó mamá, mientras pasaba la plancha por la ropa que papá cosiera durante el día. En la cocina, la olla de la cena despedía un aroma amargo de nabiza. "Pues si", dije yo no muy seguro. "Una cosa que hablaba de Caín y Abel". "Eso está bien", dijo mamá. "Non se por que dicen que ese nuevo maestro es un ateo". "¿Qué es un ateo?" "Alguien que dice que Dios no existe". Mamá hizo un gesto de desagrado y pasó la plancha con energía por las arrugas de un pantalón. "¿Papá es un ateo?" Mamá posó la plancha y me miró fijo. "¿Cómo va a ser papá un ateo? ¿Cómo se te ocurre preguntar esa pavada?" Yo había escuchado muchas veces a mi padre blasfemar contra Dios. Lo hacían todos los hombres. Cuando algo iba mal, escupían en el suelo y decían esa cosa tremenda contra Dios. Decían dos cosas: Cajo en Dios, cajo en el Demonio. Me parecía que sólo las mujeres creían de verdad en Dios. "¿Y el Demonio? ¿Existe el Demonio?" "¡Por supuesto!" El hervor hacía bailar la tapa de la olla (pota). De aquella boca mutante salían vaharadas de vapor e gargajos de espuma y berza. Una abeja revoloteaba en el techo alrededor de la lámpara eléctrica que colgaba de un cable trenzado. Mamá estaba enfurruñada como cada vez que tenía que planchar. Su cara se tensaba cuando marcaba la raya de las perneras. Pero ahora hablaba en un tono suave y algo triste, como si se refiriera a un desvalido. "El Demonio era un ángel, pero se hizo malo". La abeja batió contra la lámpara, que osciló ligeramente y desordenó las sombras. "El maestro dijo hoy que las mariposas también tienen lengua, una lengua finita y muy larga, que llevan enrollada como el resorte de un reloj. Nos la va a enseñar con un aparato que le tienen que mandar de Madrid. ¿A que parece mentira eso de que las mariposas tengan lengua?" "Si él lo dice, es cierto. Hay muchas cosas que parecen mentira y son verdad. ¿Te gusta la escuela?" "Mucho. Y no pega. El maestro no pega". No, el maestro don Gregorio no pegaba. Por lo contrario, casi siempre sonreía con su cara de sapo. Cuando dos peleaban en el recreo, los llamaba, " parecen carneros", y hacía que se dieran la mano. Luego, los sentaba en el mismo pupitre. Así fue como hice mi mejor amigo, Dombodán, grande, bondadoso y torpe. Había otro rapaz, Eladio, que tenía un lunar en la mejilla, en el que golpearía con gusto, pero nunca lo hice por miedo a que el maestro me mandara darle la mano y que me cambiara junto a Dombodán. El modo que tenía don Gregorio de mostrar un gran enfado era el silencio. "Si ustedes no se callan, tendré que callar yo". Y iba cara al ventanal, con la mirada ausente, perdida en el Sinaí. Era un silencio prolongado, desasosegante, como si nos dejara abandonados en un extraño país. Sentí pronto que el silencio del maestro era el peor castigo imaginable. Porque todo lo que tocaba era un cuento atrapante. El cuento podía comenzar con una hoja de papel, después de pasar por el Amazonas y el sístole y diástole del corazón. Todo se enhebraba, todo tenía sentido. La hierba, la oveja, la lana, mi frío. Cuando el maestro se dirigía al mapamundi, nos quedábamos atentos como si se iluminara la pantalla del cine Rex. Sentíamos el miedo de los indios cuando escucharon por vez primera el relincho de los caballos y el estampido del arcabuz. Íbamos a lomo de los elefantes de Aníbal de Cartago por las nieves de los Alpes, camino de Roma. Luchamos con palos y piedras en Ponte Sampaio contra las tropas de Napoleón. Pero no todo eran guerras. Hacíamos hoces y rejas de arado en las herrerías del Incio. Escribimos cancioneros de amor en Provenza y en el mar de Vigo. Construimos el Pórtico da Gloria. Plantamos las patatas que vinieron de América. Y a América emigramos cuando vino la peste de la patata. "Las patatas vinieron de América", le dije a mi madre en el almuerzo, cuando dejó el plato delante mío. "¡Que iban a venir de América! Siempre hubo patatas", sentenció ella. "No. Antes se comían castañas. Y también vino de América el maíz". Era la primera vez que tenía clara la sensación de que, gracias al maestro, sabía cosas importantes de nuestro mundo que ellos, los padres, desconocían. Pero los momentos más fascinantes de la escuela eran cuando el maestro hablaba de los bichos. Las arañas de agua inventaban el submarino. Las hormigas cuidaban de un ganado que daba leche con azúcar y cultivaban hongos. Había un pájaro en Australia que pintaba de colores su nido con una especie de óleo que fabricaba con pigmentos vegetales. Nunca me olvidaré. Se llamaba tilonorrinco. El macho ponía una orquídea en el nuevo nido para atraer a la hembra. Tal era mi interés que me convertí en el suministrador de bichos de don Gregorio y él me acogió como el mejor discípulo. Había sábados y feriados que pasaba por mi casa y íbamos juntos de excursión. Recorríamos las orillas del rio, las gándaras (*), el bosque, y subíamos al monte Sinaí. Cada viaje de esos era para mi como una ruta del descubrimiento. Volvíamos siempre con un tesoro. Una mantis. Una libélula. Un escornabois (*). Y una mariposa distinta cada vez, aunque yo solo recuerde el nombre de una es la que el maestro llamó Iris, y que brillaba hermosísima posada en el barro o en el estiércol. De regreso, cantábamos por las corredoiras como dos viejos compañeros. Los lunes, en la escuela, el maestro decía: "Y ahora vamos a hablar de los bichos de Gorrión". Para mis padres, esas atenciones del maestro eran una honra. Aquellos días de excursión, mi madre preparaba la merienda para los dos. "No hacía falta, señora, yo ya voy comido", insistía don Gregorio. Pero a la vuelta, decía: "Gracias, señora, exquisita la merienda". "Estoy segura de que pasa necesidades", decía mi madre por la noche. "Los maestros no ganan lo que tienen que ganar", sentenciaba, con sentida solemnidad, mi padre. "Ellos son las luces de la República". "¡La República, la República! ¡Ya veremos donde va a parar la República!" Mi padre era republicano. Mi madre, no. Quiero decir que mi madre era de misa diaria y los republicanos aparecían como enemigos de la Iglesia. Procuraban no discutir cuando yo estaba delante, pero muchas veces los sorprendía. "¿Qué tienes tu contra Azaña? Esa es cosa del cura, que te anda calentando la cabeza". "Yo a misa voy a rezar", decía mi madre. "Tu, si, pero el cura no". Un día que don Gregorio vino a recogerme para ir a buscar mariposas, mi padre le dijo que, si no tenía inconveniente, le gustaría "tomarle las medidas para un traje". El maestro miró alrededor con desconcierto. "Es mi oficio", dijo mi padre con una sonrisa. "Respeto muchos los oficios", dijo por fin el maestro. Don Gregorio llevó puesto aquel traje durante un año y lo llevaba también aquel día de julio de 1936 cuando se cruzó conmigo en la alameda, camino del ayuntamiento. "¿Qué hay, Gorrión? A ver si este año podemos verles por fin la lengua a las mariposas". Algo extraño estaba por suceder. Todo el mundo parecía tener prisa, pero no se movía. Los que miraban para la derecha, viraban cara a la izquierda. Cordeiro, el recolector de basura y hojas secas, estaba sentado en un banco, cerca del palco de la música. Yo nunca viera sentado en un banco a Cordeiro. Miró cara para arriba, con la mano de visera. Cuando Cordeiro miraba así y callaban los pájaros era que venía una tormenta. Sentí el estruendo de una moto solitaria. Era un guarda con una bandera sujeta en el asiento de atrás. Pasó delante del ayuntamiento y miró cara a los hombres que conversaban inquietos en el porche. Gritó: "¡Arriba España!" Y arrancó de nuevo la moto dejando atrás una estela de estallidos. Las madres comenzaron a llamar por los niños. En la casa, parecía haber muerto otra vez la abuela. Mi padre amontonaba colillas en el cenicero y mi madre lloraba y hacía cosas sin sentido, como abrir el grifo del agua y lavar los platos limpios y guardar los sucios. Llamaron a la puerta y mis padres miraron el picaporte con desasosiego. Era Amelia, la vecina, que trabajaba en la casa de Suárez, el indiano. "¿Saben lo que está pasando? En la Coruña los militares declararon el estado de guerra. Están disparando contra el Gobierno Civil". "¡Santo cielo!", se persignó mi madre. "Y aquí", continuó Amelia en voz baja, como si las paredes oyeran, "Se dice que el alcalde llamó al capitán de carabineros pero que este mandó decir que estaba enfermo.” Al día siguiente no me dejaron salir a la calle. Yo miraba por la ventana y todos los que pasaban me parecían sombras encogidas, como si de pronto cayera el invierno y el viento arrastrara a los gorriones de la Alameda como hojas secas. Llegaron tropas de la capital y ocuparon el ayuntamiento. Mamá salió para ir a la misa y volvió pálida y triste, como si se hiciera vieja en media hora. "Están pasando cosas terribles, Ramón", oí que le decía, entre sollozos, a mi padre. También él había envejecido. Peor todavía. Parecía que había perdido toda voluntad. Se arrellanó en un sillón y no se movía. No hablaba. No quería comer. "Hay que quemar las cosas que te comprometan, Ramón. Los periódicos, los libros. Todo." Fue mi madre la que tomó la iniciativa aquellos días. Una mañana hizo que mi padre se arreglara bien y lo llevó con ella a la misa. Cuando volvieron, me dijo: "Ven, Moncho, vas a venir con nosotros a la alameda". Me trajo la ropa de fiesta y, mientras me ayudaba a anudar la corbata, me dijo en voz muy grave:"Recuerda esto, Moncho. Papá no era republicano. Papá no era amigo del alcalde. Papá no hablaba mal de los curas. Y otra cosa muy importante, Moncho. Papá no le regaló un traje al maestro". "Si que lo regaló". "No, Moncho. No lo regaló. ¿Entendiste bien? ¡No lo regaló!" Había mucha gente en la Alameda, toda con ropa de domingo. Bajaran también algunos grupos de las aldeas, mujeres enlutadas, paisanos viejos de chaleco y sombrero, niños con aire asustado, precedidos por algunos hombres con camisa azul y pistola en el cinto. Dos filas de soldados abrían un corredor desde la escalinata del ayuntamiento hasta unos camiones con remolque entoldado, como los que se usaban para transportar el ganado en la feria grande. Pero en la alameda no había el alboroto de las ferias sino un silencio grave, de Semana Santa. La gente no se saludaba. Ni siquiera parecían reconocerse los unos a los otros. Toda la atención estaba puesta en la fachada del ayuntamiento. Un guardia entreabrió la puerta y recorrió el gentío con la mirada. Luego abrió del todo e hizo un gesto con el brazo. De la boca oscura del edificio, escoltados por otros guardas, salieron los detenidos, iban atados de manos y pies, en silente cordada. De algunos no sabía el nombre, pero conocía todos aquellos rostros. El alcalde, el de los sindicatos, el bibliotecario del ateneo Resplandor Obrero, Charli, el vocalista de la orquesta Sol y Vida, el cantero q quien llamaban Hércules, padre de Dombodán... Y al cabo de la cordada, jorobado y feo como un sapo, el maestro. Se escucharon algunas órdenes y gritos aislados que resonaron en la Alameda como petardos. Poco a poco, de la multitud fue saliendo un ruge-ruge que acabó imitando aquellos apodos. "¡Traidores! ¡Criminales! ¡Rojos!" "Grita tu también, Ramón, por lo que más quieras, ¡grita!". Mi madre llevaba agarrado del brazo a papá, como si lo sujetara con toda su fuerza para que no desfalleciera. "¡Que vean que gritas, Ramón, que vean que gritas!" Y entonces oí como mi padre decía "¡Traidores" con un hilo de voz. Y luego, cada vez más fuerte, "¡Criminales! ¡Rojos!" Saltó del brazo a mi madre y se acercó más a la fila de los soldados, con la mirada enfurecida cara al maestro. "¡Asesino! ¡Anarquista! ¡Comeniños!" Ahora mamá trataba de retenerlo y le tiró de la chaqueta discretamente. Pero él estaba fuera de sí. "¡Cabrón! ¡Hijo de mala madre¡ Nunca le había escuchado llamar eso a nadie, ni siquiera al árbitro en el campo de fútbol. "Su madre no tiene la culpa, ¿eh, Moncho?, recuerda eso". Pero ahora se volvía cara a mi enloquecido y me empujaba con la mirada, los ojos llenos de lágrimas y sangre. "¡Grítale tu también, Monchiño, grítale tu también!" Cuando los camiones arrancaron cargados de presos, yo fui uno de los niños que corrían detrás lanzando piedras. Buscaba con desesperación el rostro del maestro para llamarle traidor y criminal. Pero el convoi era ya una nube de polvo a lo lejos y yo, en el medio de la alameda, con los puños cerrados, sólo fui capaz de murmurar con rabia: "¡Sapo! ¡Tilonorrinco! ¡Iris!